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Small is beautiful, lo pequeño es hermoso, fue un ensayo del economista Ernst Schumacher de éxito en los 70. Advertía que la economía moderna basada en la sobreexplotación de recursos naturales era insostenible. Pensaba que el PIB per cápita no era necesariamente la mejor manera de medir el bienestar humano, y defendía generar el máximo beneficio con el mínimo consumo. Pero lo pequeño no es tan magnífico en materia municipal. La eficiencia de la inversión y la eficacia de los servicios públicos se resienten cuando se multiplican las infraestructuras. En particular, España es país de minifundios locales: de sus 8.131 ayuntamientos, 5.002 tienen menos de mil habitantes y 1.364 no llegan a cien lugareños inscritos. No es el caso de Andalucía, donde hay 216 de menos de mil habitantes y sólo 2 con menos de cien.
Pero resulta estimulante que Don Benito y Villanueva de la Serena, en las vegas del Guadiana del nordeste de Badajoz, hayan decidido unirse para formar un municipio de 63.000 habitantes y más de 700 kilómetros cuadrados. Ha habido alguna resistencia: en Don Benito que aporta casi el 60% de la población y cerca del 80% del territorio, la participación ha sido menor y los síes han superado por poco la barrera del 66% establecida. Aun así, el refrendo ha sido muy mayoritario y rompe una tendencia contraria: el gobierno ultranacionalista catalán incluso hizo un intento de secesión en 2017.
La tendencia disgregadora ha tenido reflejo en la política nacional. Gobiernos socialistas o populares en minoría han estado siempre a merced de los partidos nacionalistas. Y por imitación han surgido partidos localistas en Cantabria, Asturias, Teruel, que se sumaron a la ola canaria, valenciana, navarra o gallega, y a las potencias de la cosa en Cataluña y País Vasco. Hace dos semanas hubo elecciones en Castilla León y parece que hace un siglo, con la crisis del PP y la guerra de Ucrania. Allí ha entrado con fuerza Soria, y se han reforzado León y Ávila.
En Andalucía ya hemos tenido este fenómeno en Málaga y Almería. El Grupo Independiente Liberal del empresario y alcalde de Marbella Jesús Gil sacó tres diputados provinciales en 1995. Su entendimiento con el Partido Popular permitió que el PP presidiera la Diputación y Gil la Mancomunidad de la Costa del Sol Occidental. Cuatro años después el GIL sacó 93 concejales en la costa malagueña, La Línea, Ceuta y Melilla y cuatro alcaldías. En Almería en 2007 el Partido de Almería, una escisión del PP liderada por el alcalde de El Ejido Juan Antonio Enciso, sacó 61 concejales, siete alcaldías y dos diputados provinciales con los que pactó el PSOE para conseguir la presidencia de la Diputación. Los dos socios de ocasión de PP y PSOE acabaron procesados por corrupción.
Lo pequeño no siempre es lo más hermoso, ni lo más sano.
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