Programación Guía completa del Gran Premio de Motociclismo en Jerez

Línea de fondo

Santiago Cordero

Santiago.cordero@jerez.es

Sin perdón

La derrota genera un sentimiento de frustración

GANAR es casi imposible. De hecho, el ser humano, cada uno de nosotros, hemos necesitado aproximadamente 15 millones de espermatozoides perdedores y un solo ganador que acabaría fecundando el óvulo, del que provenimos. Como en el deporte, en esa carrera, normalmente gana el más fuerte o el más hábil, pero incluso, como dicen los expertos, en ocasiones los que más suerte tienen. Visto lo que podemos ver, bien en el espejo, bien en la calle, considero que en esa carrera, son más los espermatozoides que ganaron por pura casualidad, pero eso es otra historia.

Probablemente por eso, en nuestra condición humana, tengamos tan arraigado la necesidad de competir. Algo que nuestra socialización en un entorno capitalista y consumista refuerza mucho más. Pero existe un factor que, siendo el reverso de esta moneda, nos crea más frustración y desesperación. Frente a la necesidad de ganar, enfrentamos el dolor y la insatisfacción por la derrota, siendo este sentimiento el que nos genera una constante infelicidad.

Pongamos por caso un equipo alevín de fútbol que ha ganado todos los partidos hasta llegar a la final, con muchísimos goles a favor y unos pocos en contra. En frente, otro equipo de similares características. Se juega el partido y se pierde 2 a 3. Salvo alguna honrosa excepción, todos (jugadores, entrenadores y sobre todo familiares) se marchan del campo con una sensación de fracaso, de tristeza y, muchos, incluso tienen claro quien o quienes son los culpables de dicha derrota. Pocos, por no decir ninguno, tendría la capacidad de tener una perspectiva global de la temporada y de extraer todo lo que cada uno de los niños ha crecido y mejorado desde el inicio hasta el final, con derrota incluida.

Pero si a esto le añadimos que durante todo el proceso de la temporada alguien se ha encargado de generar malas relaciones, mal ambiente, entonces ya no hay perdón. Es el caso de Luis Enrique al frente de la selección española. Un tipo con una fuerte personalidad, pero por las razones que sea, siempre ha sido muy radical en expresar sus preferencias. Por ejemplo, no solo mostró su amor por el Barcelona, sino que recalcó en muchas ocasiones su animadversión contra el Real Madrid, cosechando en su etapa de jugador millones de enemigos. En su etapa como entrenador, excentricidades aparte, ha demostrado que sabe lo que se lleva entre manos, pero su tensa relación con la prensa ha provocado que siempre hubiera voces dispuestas a criticarlo, a enturbiar su imagen ante la afición.

España, que todavía puede ser campeona de Europa, ha cosechado dos empates, que la afición considera derrotas, sin dar el más mínimo beneficio de la duda. Luis Enrique (Morata también) se ha convertido en el centro de las críticas de la afición y es que cuando no ganamos, nos frustramos, pero también somos expertos en acusar y condenar sin ningún tipo de escrúpulos, como hijos herederos de la Santa Inquisición, al que nos cae mal. En este caso es Luis Enrique el que de momento vive sin perdón. Al menos este todavía puede alcanzar la gloria...

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