José Rodríguez Carrión /

¡El peso de la Ley!

HEMOS tenido aquí a la Gran Prima, la Merkel, que está impresionada por las reformas del Gobierno. ¡Joé, si viviera aquí lo que estaría sería presionada! Así vería que ya no hablamos de la prima, sino del primo, de lo que tenemos la sensación de estar haciendo, vaya. Y dicen que la cosa empeorará si se le pide dinero a Europa, algo que al parecer habrá que hacer; así que Dios nos coja confesados. Mi amigo defiende que si sometiéramos a referéndum seguir en el euro, a los del Banco Europeo y a los países fuertes les entraría un sudor frío. A ver si así nos quitaban el pie del cuello para poder respirar, ¿no? Lo que está claro es que como estamos no vamos a ninguna parte. Quitando profesores, ¿qué educación podremos dar a los niños? Quitando médicos, ¿qué atención se puede ofrecer? Jodiendo a todos los funcionarios ¿qué se pretende conseguir? En fin, a ver si alguien pone un poco de sensatez y evitamos que la situación llegue a una crispación social que pueda ser complicado resolver, que la cosa ya está muy calentita.

Claro que caliente, caliente, se están poniendo las cosas en Jerez, pues ya han comenzado los despidos del puñetero ERE del Ayuntamiento. También aquí hay que tener cuidado de no caldear más las cosas, pues ya hay situaciones que amenazan con salirse de lo que sería de admitir. Es comprensible que los afectados se pongan nerviosos, que uno se altere al verse en la calle, pero nunca, nunca, se puede caer en acciones de las que sin duda habrá que arrepentirse. La violencia nunca es solución a nada, aunque pueda servir para el desahogo momentáneo, pero no servirá para tener más razones ni para defender nada. Ahora es momento de la justicia. En ella hay que confiar y los jueces decidirán si las cosas se hicieron bien o no; pero nadie puede confundir altercado con justicia y menos cambiar el derecho por el insulto o la agresión. Todos tenemos la obligación de intentar convivir en paz con las reglas de juego que nos hemos puesto y que quien haga mal las cosas lo pague, pero como se hace en democracia, con… ¡el peso de la Ley!

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