A pie de calle, zancadilla

Partidos con implantación tienen ventajas electorales y también más compromiso con la opinión popular

En el PSOE andaluz no exultan con Pedro Sánchez. No es ninguna novedad, naturalmente, pero esta vez no se trata de una lucha de poder ni de una incompatibilidad de liderazgos, sino de algo más práctico. Muchos socialistas andaluces son partidarios de la prisión permanente revisable o, al menos, de no oponerse públicamente a ella en el Congreso cuando es un clamor ciudadano y cuando se han dado, en ambos extremos de Andalucía, dos de los casos más escandalosos: Gabriel Cruz en Almería, Mari Luz en Huelva.

Hace unas semanas, glosaba las ventajas que tienen los grandes partidos al estar implantados en todos los pueblos. Lo decía por el hándicap que para Ciudadanos supone que la próxima cita electoral sea municipal. Pero en esta vida todas las ventajas tienen su contrapartida de inconvenientes, y los grandes partidos, por su propia permeabilidad geográfica, son menos impermeables a los estados de opinión a pie de calle. Si conoces al líder local del PSOE, puedes fácilmente afearle en persona esa postura de Sánchez en contra de la prisión permanente revisable (que muy probablemente él no comparta). Eso lo termina quemando. El mayor arraigo de un partido no le permite, como es lógico, tanta autonomía demagógica como desearían sus líderes en sus despachos insonorizados. Está más atado a la realidad, porque es más real.

Con un efecto rebote. O con dos. El rebote que ya hemos dicho que se cogen los líderes locales y las bases del partido. Y el rebote del que venía a hablar. Una vez que le has puesto cara, nombre y apellidos a un error u horror del partido en un político de tu barrio o de tu pueblo, ese error se te graba a fuego en la memoria en forma de ganas de no votarlo nunca jamás. Me ha pasado a mí, con perdón, con la permisividad con el aborto del PP, que me cuesta más perdonársela, porque conozco bien a muchos del PP, que esa misma permisividad de Ciudadanos, partido del que no conozco a nadie de primera mano. Es un curioso efecto psicológico.

Que en el PSOE andaluz, siempre tan intuitivo y pegado al terreno, se barruntan bien. Por eso están tan mosqueados. Dar la cara por cosas en las que crees, todavía. Pero que te afeen algo que tú mismo piensas que es feísimo, y que encima te cueste un ojo de la cara electoral, y todo por un bonito de cara en Madrid que ni tú has votado ni tampoco le vota demasiado nadie, termina agrietando la moral interna del más pintado.

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