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Alan Parsons Project es un grupo misterioso. Británica, of course, a aquella banda de pop o rock progresivo no se la conocía por los rostros de sus componentes, que eran –como Fleetwood Mac, por ejemplo– variables. En este caso, alrededor del propio Alan Parsons y de su letrista y pianista, Eric Woolfson. A Alan Parsons se le entendía bastante bien el inglés, en particular en aquella embriagadora canción, Eye in the Sky (1982), de mucho éxito. Llegó a tener su versión en catalán, y es que el mejor escribano echa un borrón, no tanto por esta u otra lengua, sino porque traducir canciones para ser cantadas en otro idioma que el original suele romper en soberana horterada.
Aunque hay distintas teorías sobre el significado de la letra, nos quedamos con aquella que dice que, tras quedar Woolfson alucinado por la profusión de cámaras de vigilancia en los casinos de Las Vegas que holló una temporadita con grandes bolsillo y pasión, decidieron los dos músicos cantar a lo dictatorial del control exhaustivo por un motivo menos brillantoso y más literario que las timbas y las tragaperras: el Gran Hermano del 1984 de George Orwell, novela que relata una sociedad donde una oscura minoría manipula la información, donde se practica la vigilancia y el pastoreo masivo... y la represión política y social. ¿Les suena? ¿Llegaremos a la represión, dado que a las dos primeras fases de totalitarismo ya hemos llegado, como silenciosos corderos y a paso ligero?
Mark Zuckerberg, el omnímodo propietario de Facebook, Instagram, Whatsapp y, ya consolidadas todas en su gran ojo corporativo, Meta, está consiguiendo grandes logros en la tarea de leer la mente de los demás, de todos los demás que se le pongan por delante (o por detrás, o por arriba o por abajo; da igual si están cerca o lejos). Señoras y señores, con todos nosotros, el ultralgoritmo. Quién quiere interpretar tus tendencias de compra, relaciones sociales fuertes o débiles, gustos y desagrados, cuando te puedo leer la propia mente. No es ciencia ficción, es tecnología. Ese avance científico y técnico que iba a emancipar a la Tierra y sus habitantes del dolor, la enfermedad y hasta en trabajo.
Veo a mi móvil dando biberón de datos al portátil en el que escribo esto y me siento observado como si estuviera sentado en el trono del cuarto de baño. Alguien debería pensar en desarrollar cascos defensivos, como aquel “escudo antimisiles” de Ronald Reagan, más o menos por los mismos años en los que se compuso Eye in the Sky, los lejanos ochenta del XX; la verdadera prehistoria.
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