Bernardo / Palomo

Cuando la pintura no ofrece dudas

ME dijeron que había en Jerez una joven pintora que hacía cosas imposibles y que tenía una habilidad impresionante para pintar la realidad. Como yo ya no me fío de nadie y sé positivamente que en este universo de lo artístico existen muchos fantasmones, abanderados de lo falso, puse en duda todo lo que se me decía y busqué aquel mirlo blanco para comprobar de primera mano aquello que tanta alabanza suscitaba. Me encontré, efectivamente, con una joven pintora que me enseñaba los tres primeros cuadros, que decía, sólo había pintado. Sonreí para mis adentros y me dije que eso era imposible. Tras aquellas tres piezas, se adivinaba un pintor curtido, conocedor de los rudimentos y poseedor de una capacidad plástica fuera de dudas. Era imposible que aquello que se me decía fuera cierto. O, por qué no decirlo, mis veinticinco años viendo exposiciones me servían, en aquel momento, para muy poco. La serena mirada de la autora, su aplastante humanidad y sus tímidos argumentos me estaban convenciendo, no obstante, que pudiera estar en lo cierto y decir la verdad. Me fui de allí con una duda inmensa. Si todo aquello era como se me había dicho, estaba ante una artista grande que, a poco que puliera el estilo y profundizara en los conceptos estéticos, alcanzaría una impresionante potestad artística. Había que darle tiempo. Le dije que se pusiera a pintar y que hiciera realmente lo que su pasión creadora le fuera pidiendo. En dos años, María Eugenia Heras, fue enseñándome lo que iba haciendo y, realmente, allí se constataba la realidad de una artista tremendamente importante. Todo esto se fue manifestando en la cantidad de reconocimientos que iba obteniendo. Después de este tiempo y, una vez sacudidos los esquemas principiantes, hemos retomado el camino de una obra que, poco a poco, se va haciendo mayor y ofertando sus infinitas posibilidades.

La exposición que se presenta en la galería de la calle Francos nos introduce en las coordenadas de una pintura que subyace tras los fuertes esquemas de una realidad apenas representada y que se somete a los arbitrarios juegos de una artista a la que, ya, sólo le interesa enmascarar los simples esquemas figurativos. Los ejes de la representación han sido sometidos a la fortaleza de un rayado que suspende el hilo conductor de la realidad para asumir nuevas posiciones, para, desde ahí, encontrar nuevas vías por donde andar sin las cortapisas de lo meramente concreto.

La joven artista, si fisuras, sin exigencias, sin prisas y con un afán desmedido por andar pausadamente, está marcado unas rutas que se nos antojan llenas de posibilidades, distintas y, sobre todo, seguras. Sin lugar a dudas ese es el camino. Los demás que sigan a lo suyo.

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