Manuel Moure

Cuando la piqueta ayuda al patrimonio

HAY quienes se emperran en vivir anclados a una máxima tan falsa como peligrosa, la cual viene a asegurar que “cualquier construcción levantada antes  del siglo XX es digna de ser loada, cuidada y, sobre todo, mantenida lo más lejos posible del escarnio de la piqueta”. Recientemente se ha levantado una ligera polvareda con la casa —tan ruinosa como peligrosa— que hacía esquina entre Santa Rosa y el inicio de Zaragoza. La han echado abajo para tranquilidad de viandantes y de los enemigos (que haberlos los hay) de que un cascote les reviente la cabeza. Han dejado en pie la fachada, porque luce una hornacina que le hace ‘gracia’ a los gestores del patrimonio local. Mucho se ha tardado en mandar buena parte de ella a la escombrera. Jerez tiene, de un lado, un patrimonio rico y, de otro, ese que es tan pobre y malo que simplemente hiere los ojos. La piqueta, muchas veces, hace grandes favores al patrimonio local. Tal es el caso que nos ocupa.

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