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Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

La pisa de las aulas

Con lo del regreso a las aulas de alumnos y profesores dentro de unos días sucede algo parecido con aquel chiste del señor que pincha una rueda y se tira toda la noche andando hasta una casa para pedir un gato. Lo estamos poniendo todo tan mal de antemano, dando por hecho que va a ser un fracaso la vuelta presencial al colegio, que al final saldrá mal, claro. Cierto es que las cosas no se están haciendo bien y que se han dejado para el final muchas decisiones que además son cuestionables. Ahí que repartan sus responsabilidades los gobiernos central y autonómicos. Pero también lo es que pretender llegar a un riesgo cero en los colegios es una quimera. Sobre todo porque por muchas aulas burbuja que se creen y se impida el mínimo contacto a lo largo de la jornada escolar en los centros (cosa que es más o menos fácil en función de la edad), al final los alumnos, profesores y personal no docente tienen que regresar a sus domicilios, donde cada uno hace una vida se supone que igualmente responsable pero imposible de controlar por las administraciones a las que se les exige esa plena seguridad. Y probablemente si esperásemos a que la posibilidad de contagios sea cero, las clases presenciales tardarían mucho en regresar. ¿Otro curso? ¿Dos? La sociedad no puede bajar los brazos y perder al menos la posibilidad de intentar plantarle cara a la pandemia. La Educación con mayúsculas es uno de los pilares que no puede claudicar porque arrastraría durante muchos años unas consecuencias irreparables.

Se puede prescindir de fiestas y celebraciones como las de la Vendimia que ayer comenzaron de una forma diríamos testimonial en Jerez, suspendiendo muchos de los actos tradicionales como catas de vinos, conciertos o títeres. Ya nos quedamos sin ferias en primavera y verano. Probablemente no se celebren zambombas en las calles y establecimientos públicos o privados de Jerez la próxima Navidad. Todo indica que las competiciones deportivas, como el fútbol, comenzarán como terminaron: sin público en las gradas. La cultura funciona a medio gas o a media entrada, con distanciamiento en los pocos conciertos o representaciones que han decidido hacerlo. Se ha reducido el horario de cierre de los bares, pubs, cafeterías y restaurantes y se han cerrado las discotecas para limitar el contacto social más allá de determinadas horas, con los consiguientes perjuicios económicos. Hasta el Carnaval de Cádiz ha suspendido su famoso concurso oficial de agrupaciones -que se salvó este año por los pelos- y eso ya es decir.

Como sociedad podemos prescindir de todo eso y más. Pero la Educación, como decía, es otra cosa y merece la pena luchar porque se haga de la mejor manera posible, con el objetivo de una presencialidad que garantiza la sociabilidad de las personas del mañana. Ayer celebramos en Jerez de manera simbólica y en un breve acto el nacimiento del nuevo vino con la Pisa de la Uva en la Catedral. Que la pronta pisa de las aulas no sea tan simbólica y dure mucho, mucho tiempo más.

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