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Habladurías
LA gente se hace injertos de pelo, o pasa por el quirófano para ponerse unas tetas a la medida del biquini nuevo, sin que nadie se eche las manos a la cabeza. Sin embargo, cuando a la alcaldesa de Jerez se le ha ocurrido ponerse una playa postiza en medio de un parque donde nunca subió la marea, lo que nos ha dado es un ataque de risa. Pero a ver, ¿acaso en Jerez no tenemos los mismos derechos que en Chipiona y en San Sebastián, donde ya hace tiempo que disfrutan de unas playas que da gusto verlas?
Parece que no, a juzgar por la cantidad de chistes que han circulado desde que saltó la noticia. Si habrá desatado carcajadas la cosa que con la propuesta municipal parecía haberse adelantado este año el Día de los Inocentes. Hasta donde yo sé, en campaña electoral, vale todo. Si unos proponen acabar con el desempleo, ¿por qué una alcaldesa inspirada no va a prometer una simple playa en su pueblo? Ya digo. En Chipiona la tienen. Y en San Sebastián. Y nadie se chotea de sus alcaldes.
Puede que algunos no entiendan que, teniendo un litoral a diez minutos, merezca la pena meterse en estos berenjenales. Pero también es cierto, según el proverbio, que debió de haber una época en que las montañas se arrimaban adonde estaba Mahoma tomando el sol, y sin que hubiera en juego ganar unas elecciones.
Bien es verdad que si de lo que se trata es de arrimar los atractivos turísticos para que no haya que ir muy lejos a disfrutarlos, también se podría traer un volcán auténtico, que los hay preciosos, o un glaciar de tamaño mediano. Hasta unas cataratas del Niágara se podrían instalar junto al templete municipal, y así no tendría el aspecto desangelado que presenta en los meses veraniegos.
La cuestión es criticar. Si se construyen urbanizaciones donde hay playas, mal. Si se construyen playas donde hay urbanizaciones, mal. ¿Pero entonces las empresas constructoras de qué van a vivir ahora?
Habrá quien considere que en una ciudad cuyo casco histórico no tiene nada que envidiar al de Berlín cuando fue bombardeado, parezca absurdo plantear siquiera hacer una playa postiza. Pero también habría que hacer un recuento de la gente que disfruta admirando fachadas barrocas, y otro de la gente que disfruta chapoteando antes de tomarse un tinto de verano. Además, si lo que interesara más fuera disfrutar de los monumentos, ¿no saldría más caro traerse la Cartuja hasta el centro, que al fin y al cabo pilla a la misma distancia que la costa?
En otros tiempos se nos habló de construir un funicular en la zona Sur, de una Ciudad del Flamenco que murió antes del parto y hasta de unos tranvías que surcarían las calles como si esto fuera Berlín (pero ya sin bombardear.) Entonces, ¿por qué esta vez no nos vamos a ilusionar con una playa de arenas blancas donde antes solo había campo? Al fin y al cabo, esto es Jerez y aquí no hay mar que por bien no venga.
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