El cuentahílos

Carmen / Oteo

A plaza partida

Cuando las cosas se ponen feas, las lealtades desaparecen, la ambición invoca los principios del partido, a la pugna por el poder se la disfraza de lucha por las ideas, se llama reforma a la crisis, y a la falta de disciplina se bautiza como verdadero espíritu democrático. Por supuesto los que abandonan el barco lo hacen por coherencia interna y no por envites imposibles, faltaría más.

Con la que está cayendo, con una crisis económica que no para de engullir cuanto se lleva construido en el aire en estos años, cuyas fauces desconciertan hasta a la propia banca, con los etarras diciendo también "aquí estoy yo", con el Estatuto de Cataluña pendiente de que el Tribunal Constitucional lo apruebe y con él se abra lo que la Constitución selló como un solo Estado, la derecha vapuleada por personalidades contrapuestas, desaparece entre complejos y ambiciones.

De momento y a plaza partida, el Partido Popular torea de salón intentando seducir al centro por un lado, e invocando sus viejos principios por otro, pero sin que nadie salte de verdad al ruedo, sin exponer ni reclamar credenciales.

Ante semejante espectáculo, el respetable anda entre aburrido y atónito, pero cuando llegue la hora de ejercer su derecho a sacar o no los pañuelos y mirar a la presidencia, se les querrá pedir la responsabilidad del voto, sin darse cuenta de que puede que la gente, a esas alturas, haya abandonado la plaza y perdido la afición para siempre.

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