Las dos orillas

josé Joaquín / león

La política de los pactos

TODAS las encuestas recientes coinciden en que ningún partido conseguirá mayoría absoluta en las elecciones del 20-D. Estiman que el PP será el más votado, pero hasta ahora ninguna le concede más del 30% de los votos, por lo que difícilmente pasaría de 125 escaños. Si ese escenario se confirma, para tener una mayoría parlamentaria debería pactar con otro partido que alcanzara más de 50 escaños. Algunas encuestas indican que Ciudadanos y PSOE se están disputando el segundo puesto, con algo más del 20% de los votos. Un listón al que no llegaría Podemos, aunque podría alcanzar más de 40 escaños.

Los resultados servirán para comprobar la madurez de los políticos españoles, después de casi 40 años de democracia. De momento, en la precampaña, ya se ha visto que algunos partidos no actúan con sentido de Estado. Por ejemplo, han querido resucitar el fantasma de la guerra de Iraq con fines electoralistas, lo cual es lamentable. Después de aquella foto de Aznar en las Azores, España asumió responsabilidades. Cuando ya gobernaba Zapatero, llegaron algunos ataúdes desde Afganistán y Líbano. Y se entendió que los militares profesionales tienen más riesgo que las hermanitas de la Caridad misioneras, incluso cuando lucen los cascos azules de la ONU.

En una campaña que desembocará en pactos, necesariamente, se debería desterrar el juego sucio. Lo ideal sería explicar todo antes de votar. Que cada uno dijera claramente con quién pactaría, o no, en según qué circunstancias y supuestos. Más que nada para ser transparentes y no engañar a los electores.

En casi todos los países europeos se suele respetar que gobierne la lista más votada. Hay excepciones, como Portugal, donde el líder socialista António Costa dijo que lo respetaría, pero después buscó una coalición para gobernar él, que había quedado segundo. En Alemania, por el contrario, el SPD no sólo permitió que gobernara la CDU de Merkel, sino que formó una gran coalición. Era lo previsto.

La política de pactos se debe basar en programas. Son acuerdos de gobierno, en base a cuestiones consensuadas entre los partidos que pactan. Eso entra dentro del juego democrático. Más discutible es que haya caprichos e imposiciones. También llama la atención que el PP diga que la continuidad de Rajoy es innegociable y envíe a Soraya a un debate con Pedro Sánchez, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Esta campaña puede ser como una cajita de sorpresas.

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