Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

Un político sin complejos

Una amplia representación del mundo de la política, de la agricultura, la pesca y la ganadería -la economía en general- y muchos amigos llegados desde diferentes rincones de nuestro país y del resto de Europa rindieron el pasado viernes un homenaje a Miguel Arias Cañete con motivo de su jubilación. Fue en diciembre cuando el que hasta entonces comisario europeo de Energía y Acción por el Cambio Climático anunciaba que dejaba la política, en la que entró a comienzos de los años ochenta.

La elección de Jerez para ese reconocimiento no fue casual. Aunque nacido en Madrid y con despachos en ministerios y en Bruselas, Miguel Arias ha estado vinculado siempre a esta ciudad familiar y profesionalmente. Y es curioso: aquí ha sido siempre Arias y en Madrid y el extranjero, Cañete. Como si en su persona, en su vida, existiesen dos dimensiones. Porque así es este político, capaz de reunir cualidades profesionales e intelectuales, una altísima preparación y experiencia y, a la vez, gozar de un carácter y una personalidad arrolladoramente sencillos.

Quedan pocos como él ya que sepan y puedan decir las cosas tal y como las piensan, sin estar pendientes siempre del qué dirán, que es el credo de toda persona políticamenta correcta. El viernes, como era de esperar, se rememoraban anécdotas como las vividas en su etapa de ministro de Agricultura (2011-14) con la crisis de las vacas locas y la caducidad de los yogures en la mente de todos. Son las más conocidas, pero Miguel Arias ha repartido carácter campechano en más de una ocasión. Ese no tener miedo de lo que se dice y se hace le llevó a presentarse a la Alcaldía cuando Pedro Pacheco estaba más fuerte que nunca. Rompió moldes con una campaña sin apenas medios en la que se amordazó para denunciar que Onda Jerez TV no le atendía y se plantó ante la puerta del Ayuntamiento con un conejo enorme para que saliese "el hurón Pacheco" de su madriguera y debatiese con él, hombre de poderosa oratoria.

Ni entonces ni cuando fue ministro ni comisario Miguel Arias tuvo complejos a la hora de hablar y de tomar decisiones, incluso aunque molestasen en su propio partido, donde en ocasiones tuvo enemigos y precisamente por ello él, que ha sido siempre un buen falador y persona disciplinada, no llegó aún más lejos en política. Conocida es su frase "yo soy una persona de derechas" que hoy pocos en el PP se atreven a decir. Y a los políticos, nos gusten o no cómo piensan, lo que hay que exigirles es sinceridad, que vayan de frente, como él; eso sí, sin caer en la tentación del populismo y la radicalidad que también han calado en una parte de la derecha española.

A Miguel Arias no le gustan ni el boato ni los homenajes, se mueve mejor en otros foros, pero hay pocos políticos en Jerez que en las últimas décadas hayan desempeñado responsabilidades de tan alto nivel en el Gobierno y en la Comisión Europea, así que el reconocimiento a su labor es más que merecido. Además, lo ha hecho con conocimiento de lo que tenía entre manos y con una autenticidad muy necesaria en estos tiempos en los que las máscaras, los vaivenes y las incoherencias abundan entre la clase política.

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