Entre paréntesis

Rafael Navas

rnavas@diariodejerez.com

El precio del cachondeo

Tanto se insiste en convertir a Pacheco en ejemplo del coste de la corrupción que al final le van a hacer un mártir

Pedro Pacheco lleva en la cárcel desde octubre de 2014. Va para tres años. El ex alcalde de Jerez, a punto de cumplir 68 años, acumula varias condenas por otros tantos casos hasta acumular 84 meses. Esta semana hemos conocido que el Tribunal Supremo confirmaba la pena impuesta por el caso de la Casa del Rocío, un año y diez meses de cárcel. ¿Alivio porque no la ampliaba o decepción porque no fue rebajada o quedó absuelto? Probablemente ninguna de las dos circunstancias para él y su entorno porque también hace unos días se sabía que una jueza de vigilancia penitenciaria le denegaba un permiso de fin de semana pese a contar con el informe favorable de la mayoría de los miembros de la junta de tratamiento. El motivo, "la necesidad de una mayor intimidación". ¿Más? ¿Hasta cuándo?

Es cierto que a Pedro Pacheco aún le queda un caso al que enfrentarse en los tribunales, el de los Huertos de Ocio, el que se supone será el último de los juicios que le esperan por su gestión como alcalde y como delegado de Urbanismo. También lo es que ha cumplido una cuarta parte de la pena, que goza de buena conducta (más allá de aquellos episodios en los que ha invitado al voto a los reclusos o ha acumulado más libros de los permitidos en su celda, nada que parezca subversivo o criminal) y que ayuda, mediante la presentación de recursos, a otros presos poco favorecidos económicamente. Además, ha pagado la multa impuesta y su pensión está embargada.

Su permanencia en prisión, o al menos su posibilidad a acceder a un simple permiso de fin de semana, está creando un clima de opinión contrario al que se argumentó para su ingreso, ejemplar, en prisión. Es la vuelta a la tortilla o la ley del péndulo al revés. Tanto se insistió en convertir al ahora débil Pacheco (cuando su voto era vital para dar el poder a otro partido más fuerte que el suyo, curiosamente no) en un ejemplo del precio que conlleva la corrupción, que al final lo van a convertir en un mártir. Alguien se está pasando de frenada con este hombre, que por supuesto ha cometido numerosos errores, tantos como aciertos, y debe pagar por ellos (ya lo hace). Otra vez: ¿Hasta cuándo?

Para abonar esta impresión que comparten muchas personas están los casos que nos regala el día a día judicial de este país. Desde Cataluña hasta el País Vasco, desde Galicia hasta Andalucía. No hace falta citar nombres y casos que están en la mente de todos. Desde políticos a traficantes de drogas o hasta terroristas. Y hay algún ex alcalde del entorno al que, vaya suerte, sólo le caen inhabilitaciones: 26 años acumula ya uno muy conocido.

Pacheco fue de sobrado los últimos años de su vida, se consideró inmune después de aquellos años como socio del partido en el poder y se rodeó mal de colaboradores. Con sus decisiones, ya se ha destrozado la vida. La Justicia -tarde, en mi opinión- hizo su labor. Le dejó demasiado margen. Nunca volverá a ser un personaje público, jamás tendrá ya una plaza o rotonda en la ciudad que hizo crecer en el buen y en el mal sentido. La pregunta es: ¿Tiene que pudrirse en la cárcel? Y quede claro: nada justifica que cometiese varios delitos a la luz de los tribunales. Los mismos que saben moldear e interpretar las leyes cuando legítimamente lo estiman oportuno.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios