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Ignacio Martínez Juan Manuel Marqués Perales

Un presidente 'youtuber'Candidato tobogán

Anda Juanma Moreno desatado, emitiendo un vídeo tras otro: como señor particular por su cumpleaños, como presidente de su partido pidiendo a los electores que lo saquen del tercer lugar en donde lo alojaron el 28 de abril o como jefe del ejecutivo andaluz empeñado en propagar que el gobierno del cambio funciona. Demasiado. Moreno no es un youtuber, es el presidente de la Junta de Andalucía y debería dedicarse a gobernar, sin estridencias, ni ansiedades. Es verdad que le han tocado dos elecciones en su arranque, la primera de las cuales ha sido un desastre para su partido. Pero todavía no hemos visto un patrón que nos permita saber qué modelo de presidencia será la del primer gobernante andaluz que no es ni socialista ni sevillano.

Un buen ejemplo es el vídeo de propaganda de los cien días en el que salen todos los consejeros, difundido esta semana. Es chocante que empezaran a celebrar los 100 días anticipándose semana y media y sigan con la campaña de la efemérides diez días después. Ahí sale cada uno de los consejeros diciendo una muletilla aprendida con mejor o peor fortuna. Alguno y alguna con la mirada bailando, arriba o abajo, como buscando detrás de la cámara un texto de ayuda. Todos con un fondo de azulejos… La imagen que se proyecta no es profunda ni moderna. Produce la misma seguridad que un vídeo escolar. Pero el neófito presidente no se corta: se pone un sobresaliente sin pudor. Resulta que en sólo tres meses se han bajado impuestos, se han recortado listas de espera, el empleo crece, se atraen inversiones y se genera confianza. Le falta decir que en cuatro años estaremos a la cabeza de Europa.

Debe saber el actual presidente que está todo inventado, que ya hemos conocido antes estos desfases entre los deseos y la realidad. Cuando el entonces presidente Chaves presentó a comienzos de los 2000 las conclusiones de la II Modernización se le fue la mano al afirmar que el objetivo final era que Andalucía estuviese en 2020 entre las veinte regiones más desarrolladas de Europa. Pero ya ven, en el próximo período financiero de la UE 2021-2028 la comunidad autónoma volverá a los subsidios del pelotón de cola entre las 276 regiones comunitarias.

Ya estamos curados de espantos publicitarios y fakes como el Foro Siglo XXI, el sector aeronáutico aportando más del 6% del PIB regional o la joya de la corona sanitaria. Ahora lo que hace falta es gente seria que de manera discreta y humilde administre los intereses generales. Sería deseable se le pase al Gobierno andaluz la obsesión de hacer oposición a la oposición, o exhibir un escándalo con cada desmán de sus antecesores. Para conseguir la empatía con los ciudadanos no es necesario vilipendiar al adversario ni exagerar los méritos propios. Hay gobernantes que lo consiguen de manera natural, como Trudeau en Canadá o Jacinda Ardern en Nueva Zelanda. Ninguno lo ha conseguido poniendo vídeos de manera compulsiva en la red.

Afortunadamente, el tobogán de Estepona ha sido clausurado. Desde Galileo sabíamos que la fuerza de la gravedad asegura una aceleración precisa a todo tipo de cuerpos, pero hasta ahora a nadie se le había ocurrido salvar los desniveles de una ciudad o las cuestas de un pueblo con un sinuoso tobogán. Afortunadamente, los alcaldes de Medina, Arcos, Zuheros o Alcalá la Real no habían copiado la fórmula de movilidad urbana de José María García Urbano. Gran resbalón, alcalde. Sostengo, desde hace muchos años, que a los nuevos alcaldes es muy complicado ganarles unas elecciones. Si no molestan, los electores dejan que sus regidores repitan otro mandato antes de ejercer un juicio final. Ni a Juan Espadas ni a Kichi ni a Gabriel Cruz los van a botar, se tendrán que trabajar las alianzas después del 26 de mayo, pero no están estos electorados para más zarandeos. A un alcalde no se le exige brillantez, sino que mantenga limpia la ciudad, segura y que, al menos, acometa un gran proyecto. Con uno basta. El de Espadas es el Metro; Kichi sería un gran alcalde si, como Francisco de la Torre en Málaga, derriba la verja del puerto y amplía la ciudad hasta el cantil, aunque eso dependa ahora de Teófila. No más. Así que déjense de toboganes y mamandurrias, como diría Casado: sean normales y, sobre todo, no molesten.

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