hoja de ruta

Ignacio Martínez

La prueba del algodón

MIENTRAS aquí la ministra júnior del Gobierno español Fátima Báñez adivina en el horizonte síntomas de mejoría, la jefa sénior del cotarro Angela Merkel ha dicho este fin de semana que el régimen de austeridad durará mucho en Europa. Necesitamos un gran esfuerzo, de cinco años o más, para superar la crisis europea, sostiene la canciller alemana. El diagnóstico de Merkel es que la zona euro está lejos de haber superado la Gran Recesión, por eso insiste en hacer más reformas y ajustes para recuperar la confianza de los inversores e impulsar de nuevo la economía. Fundamentalismo prusiano en estado puro.

Tiene su por qué, Merkel añade que muchos inversores no se creen que Europa cumpla sus promesas. Y para convencerlos hay que seguir con la severa dieta impuesta a los países pobres del sur. Su mensaje es que necesitamos austeridad para convencer al mundo de que vale la pena invertir en Europa. Se supone que es un discurso europeísta y con él se opone a quienes reclaman medidas para estimular el crecimiento y crear empleo, que en España son multitud.

Pero no. A diez meses de las elecciones generales en la República Federal, la padrina de la UE no piensa cambiar su receta para un futuro mejor: recortes presupuestarios y reducción de la deuda. España debe 3,65 billones de euros, si se suma la deuda pública, la deuda de las familias, la de las empresas financieras y la de las empresas no financieras. Y aunque empiece a respirar antes, su economía no tendrá soltura hasta que la deuda no se acerque al billón de euros. Y eso son más de cinco años y más de diez, en el mejor de los casos.

El problema visto desde España es que con su tesis actual, la canciller va muy por delante en las encuestas que su antagonista, su ex ministro de Finanzas en el Gobierno de gran coalición alemana, Peer Steinbrück. El candidato socialdemócrata tiene un perfil parecido al del español José Borrell: es brillante y arrogante a partes iguales. Y a los alemanes les gusta más el tono llano y directo de la jefa democristiana. Y su firmeza. La teoría de los cinco años o más la expresó el sábado en un acto de su partido en el estado federado de Mecklemburgo-Antepomerania, en el noreste del país, donde hay elecciones regionales en enero. Es, por tanto, un recado electoral. Pero va a misa: la canciller mantiene su resistencia a hacer concesiones a España. Las relacionadas con la liquidez, como la recapitalización directa de la banca y la intervención del Banco Central Europeo en los mercados de deuda.

Pero hay otras políticas en las que se verá su verdadera vocación europeísta. Dentro de tres semanas se celebra la primera cumbre para discutir sobre el presupuesto comunitario de 2014 a 2020. Tanto si es cicatera como si es generosa se retratará. Será su prueba del algodón.

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