E A, ya estamos de vuelta en Jerez. La verdad es que aunque durante todo el año está uno loco porque lleguen las vacaciones para hacer una escapada, también se apetece pasear por Jerez con la fresquita de la mañana. Si además no hubiera que ir pendientes de los chorritos que sueltan a la calle los aires acondicionados de algunos, todavía sería mejor. Pero parece que eso no tiene arreglo, así que seguiremos sorteando los dichosos chorritos y también las caquitas que otros desaprensivos van dejando por ahí como si fueran un adorno. ¡En su casa las podían poner!

Es que por más vueltas que le da, mi amigo no termina de entender cómo hay gente a la que el resto de los mortales le importamos un comino. Por ejemplo, el pasado martes en el parking de la Plaza del Arenal una persona (por llamarlo de alguna manera) empotra su coche contra el mío y le hunde la aleta delantera de forma que no se puede ni abrir la puerta. ¿Deja un papelito pidiendo disculpas y con su datos para el seguro? ¡Una leche! Aprovecha la oscuridad para escabullirse y ahí te pudras con el coche abollado. Lo que pienso de ese individuo o individua, es exactamente lo que él o ella pensarían de mí en caso contrario. Y no es un tema de educación sino de simple decencia. Menos mal que la mayoría de los jerezanos y jerezanas no son así, sino buena gente a la que le fastidia que cuatro malages nos jodan la vida.

Hablando de buena gente, al volver a casa nos hemos enterado del óbito de D. Manuel Liaño, aquel periodista que con humildad soportaba que le corrigieran sus escritos mecanografiados, aquel a quien nadie de las hermandades leía, pero todo el mundo sabía lo que había escrito en su Calle Larga "pero porque me lo han contado, que yo no lo leo". En definitiva, el periodista que más y mejor ha contado el devenir cotidiano de esta ciudad día a día. ¡Qué listo es Dios que siempre se lleva a su vera a los mejores! Seguro que ahora los ángeles también estarán cotilleando sobre lo que ocurre en todos los rincones del cielo gracias a Manolo. Disfruta de ese merecido cielo Manolo, que.. ¡Tú sí que puedes!