La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

¿Dónde quedó la gente?

Vinieron para acabar con la vieja política y poner en lo alto a la gente, pero pelean entre sí por ponerse en lo alto ellos

Quedamos ayer en que Íñigo Errejón, el ex Niño de la Beca, le puede ganar a Pablo Iglesias la batalla por el modelo organizativo de Podemos. Será gracias a los Anticapitalistas de Teresa Rodríguez. Ahora bien, Teresa Rodríguez está mucho más lejos de Errejón que de Iglesias en el proyecto político global, de modo que nunca respaldaría el Podemos moderado, institucional y abierto a alianzas con el PSOE que Errejón propugna.

Eso lo sabe Pablo Iglesias, que ha decidido echarle un órdago a sus adversarios: si el congreso no avala sus tesis políticas y sus planteamientos orgánicos, no seguirá como secretario general. Tiene lógica, y a Errejón le hace una faena, porque el actual secretario político y número dos podemita sigue diciendo que Pablo debe continuar como líder indiscutible y que él no se plantea sustituirlo. Iglesias, sabedor de su carisma entre la militancia, chantajea al congreso: o votáis el lote completo (mi liderazgo por encima de la dirección colectiva, más lucha callejera que institucional, hostilidad hacia el PSOE) o tenéis que elegir a otro secretario general. Así está el tema.

Estamos a unos días de que la preguerra civil en Podemos acabe en batalla cruenta o tregua prolongada, pero ya ha mostrado que no es un partido distinto a los demás. Está viviendo una crisis existencial como las que han pasado los otros, y quizás antes que algunos otros. No ha sido capaz de permanecer ajeno a las luchas por el poder que son la seña de identidad originaria de cualquier formación política. Su adanismo y su pretendida superioridad moral no han resistido el embate de la realidad: sufren los tics y mantienen los comportamientos de la vieja política. Aquella que venían a subvertir y enterrar.

Pasen y vean el espectáculo que depara la nomenclatura de Podemos: la ideología que enmascara la pelea descarnada por el sillón, el clientelismo para repartir cargos y elaborar listas, el juego sucio de zancadillas, cabildeos y traiciones para adueñarse de los aparatos, el egocentrismo de los líderes, la endogamia, el ombliguismo... ¡y eso que todavía no han tocado apenas poder real, más allá de algunos ayuntamientos!

Vinieron para poner en todo lo alto a la gente y de momento lo que se ve es que luchan por ponerse ellos en todo lo alto. Si ha mejorado en algo la vida de la gente de abajo desde que llegó Podemos no ha sido gracias a acciones de Podemos. Otros impulsan el salario mínimo o el bono social energético mientras ellos debaten.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios