Porque quiere la gente

Un poco de distancia con Vox no vendría mal: como le sigan dando importancia a Abascal lo van a hacer una estrella

UNA vez más, como en 1982, Andalucía ha cambiado el mapa político español. El fracaso del PSOE, a pesar de ser el más votado el día 2, provoca un terremoto similar al hundimiento de UCD en aquellas primeras elecciones autonómicas. Coincide con la aparición de Vox como partido institucional. Un fenómeno europeo que genera dudas de cohabitación. Llega a España por la extrema derecha, igual que apareció Podemos en 2014 por el extremo izquierdo. El populismo es una moda mundial; facilita que personajes como Nigel Farage y Boris Johnson provoquen el Brexit, que Trump llegue a la Casa Blanca, que Puigdemont y Junqueras declaren la independencia de Cataluña o que Pablo Iglesias y Santiago Abascal maldigan la Constitución del 78, muy poca cosa para uno y demasiado para el otro.

El populismo cuestiona la democracia representativa, que está en crisis en muchos países de la UE, pero tiene buena hoja de servicios en España. Cuatro décadas de un cambio espectacular. Se pasó de un régimen autoritario a uno de derechos y libertades, de un sistema centralista y a otro casi federal, y de un estado católico integrista a uno aconfesional. De los muchos conversos, enternecen los amores maduros de Aznar con motivo del 6 de diciembre. Escribió en 1979 una serie de artículos despreciando el acuerdo constitucional: "Se consensuó entre los dos partidos mayoritarios a espaldas del Parlamento... y fue aprobada sin debates relevantes". El Aznar joven inspector de Finanzas del Estado de 26 años criticó el diseño territorial y expresó sus reservas sobre si la economía iba a ser de libre mercado o "estatificadora y socializante". A toro pasado, el expresidente la defiende hoy contra "quienes quieren someterla a un ajuste de cuentas y descargar sobre ella su frustración".

De los modernos críticos con la Constitución el más famoso es un antiguo aznarista, Santiago Abascal, ahora con marca propia. Está de moda, pero como se le siga dando importancia, lo van a convertir en una estrella. Un poco de distancia con Vox no vendría mal. Y de sensatez. Susana Díaz en el inicio de la campaña que pensaba ganar cómodamente justificó por qué ganaba siempre el PSOE con una explicación facilona: "porque quiere la gente". Y repetía que quienes cuestionasen eso nos estaban considerando inferiores a los andaluces. Pues tiene una respuesta igual de simple para la entrada de Vox en las instituciones y el fracaso de su proyecto: porque quiere la gente. El argumento es suyo. Y es muy constitucional.

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