de poco un todo

Enrique García-Máiquez /

El ratoncito P.

En las invitaciones a su proclamación como candidato, con diseño y vocación de carteles de campaña electoral, se le ha caído el -érez a Alfredo P. Rubalcaba. A ver qué le trae ahora el Ratoncito P. El regalo que quisiera es un puñado de votos, pero eso, ay, lo tiene el Ratoncito tan crudo como los asesores de imagen del ministro. Sobre todo -dirá el roedor- si empieza ofendiendo a los Pérez, que los hay hasta debajo de las piedras. Mafalda afirmaba que son a la guía telefónica lo que los chinos a la población mundial. Leí aquella viñeta hace años, pero me acuerdo bien porque me pareció muy ofensiva para los García, que estamos así así con los Pérez del mundo. Precisamente, "¡Pérez del mundo, uníos!", hubiese un buen eslogan, con su guiño a la izquierda gracias a la aliterada reminiscencia de la Internacional. Claro que con tantos guiños como le está haciendo de repente a la izquierda, tendría Alfredo que tener cuidado. Más que guiños parecen tic (nervioso).

En este caso, no creo que ningún P. se ofenda mucho por un "quítame allá esos Pérez". Los apellidos de infantería somos muy sufridos, y al español se le presuponen como el valor al soldado o la carrera de Derecho a los hijos de clase media. Por ahí, al menos, Alfredo puede respirar tranquilo.

Incluso diría más. Personalmente estoy orgulloso de que intente quitarse el Pérez, porque es una prueba palpable de que el ministro del interior me lee. Decíamos hace unos días que estábamos ante un tipo con triple personalidad: Alfredo es el candidato, Rubalcaba, el ministro y Pérez, ay, Pérez, el tercer hombre, el agente en la sombra, quien conoce como nadie las alcantarillas del Estado y las penumbras en las que todos los gatos son pérez, digo, pardos. Portavoz del Gobierno del Gal, jaleador de la jornada de reflexión, gestor del proceso Bildu es lógico que quiera cargar todo eso sobre su propio Pérez y luego lo haga -nada por aquí, nada por allá- desaparecer.

Lo malo es cómo lo ha hecho. Sabe todo el mundo (menos los asesores de ministro) que para que la gente piense en un elefante lo mejor es sugerirle que no piense de ninguna de las maneras es un elefante. El Pérez es el elefante de Alfredo P. Rubalcaba. Si hubiese disimulado, entre el amable Alfredo y el temible Rubalcaba, y lo consuetudinario del Pérez, éste habría sido absorbido y olvidado. Ahora le queda Pérez para rato.

Pero lo peor de esta pereztroika es que evoca la maniobra de marketing de José Luis Rodríguez Zapatero, que también se zampó su primer apellido, éste más a las bravas, sin dejar de sobras ni una R. Hasta el Ratoncito P. debe de saber que lo que menos le conviene a Rubalcaba es asociarse aún más al aún presidente. No sé qué pensarían sus asesores, pero con esa P, no nos ha recordado para nada a Pe Cruz, qué va, sino a ZP. A Alfredo algunos le llaman ya "Pe", otros "Pe-punto" y está al caer el "Pe sin zeta".

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