Alberto Núñez / Seoane

La realidad no cierta

Tierra de nadie

Sé que muchos pensarán que desvarío; otros, que me pierdo en laberintos sin salida; los más, no tratarán de entender ni jota; pero puede que alguien crea que lo que voy a escribir es cierto, tan cierto como el mundo que conocemos que, por cierto, ni es el único que existe, ni es más real que aquellos otros que se nos ocultan al sentir superficial.

El mundo que conocemos, en el que creemos vivir, es aquel que se nos ha enseñado a conocer. Desde que nacemos, padres, maestros, amigos y conocidos, hacen las veces de introductores y preceptores de la realidad que conocen. La misma que a ellos les fue enseñada un día. Pero esto no implica, necesariamente, que ese mundo sea exclusivo.

Hay, al margen de la realidad 'conocida', otras realidades tan ciertas como la primera, aunque para la mayoría de los humanos se trate de realidades desconocidas y por ello, lo fácil, lo simple y lo no complicado, es eliminarlas de nuestro mundo como si fuesen sueños intangibles.

Si tuviésemos la oportunidad de aprender a conocer esas realidades; a las que llamaremos 'no ciertas', para diferenciarlas de la realidad 'cierta', esa que tenemos por única; sabríamos que existen muchos mundos paralelos al que llamamos nuestro. Tan reales unos como el otro, pero desconocidos, unos, y obsesivo el otro.

Todos sabemos que, en nuestro mundo, existen cantidad de preguntas que no tienen respuestas; muchas incógnitas para las que no encontramos una explicación que se ajuste a nuestra lógica. A estos 'misterios', que no son sino retazos de otras realidades paralelas, los aparcamos, por incomprensibles, con excusas como que el saber humano es limitado, que hay fuerzas superiores e inabarcables para nuestro conocimiento capaces de controlar nuestro destino, o que la ciencia aún no ha llegado a desvelar las claves necesarias para poder desentrañarlos.

Pues bien, si son ciertas las limitaciones humanas, la existencia de poderes que nos sobrepasan y las carencias científicas; más cierto es que tratar de buscar esas respuestas en esas razones, es tan estúpido como inútil.

A veces, sucede que encontramos a alguien o a algo, capaz de hablarnos de asuntos de los que habitualmente nunca nadie nos habla. Sucede, a veces, que la ventura, o el destino, quiere que topemos con maestros habilitados para introducirnos en esas otras realidades 'no ciertas', tan cotidianas, reales y tangibles, como nuestra realidad 'cierta'.

La posibilidad de conocer, entrar y vivir esos mundos 'no ciertos', nos permite contemplar nuestra efímera existencia con criterios inimaginables para los que no lo intentan. Nada es igual, una vez hemos atisbado la posible certeza del mundo 'no cierto'. Ni les cuento como será para los que han sabido entrar, conocer y dominar, esos mundos tan ciertos como en el que vivimos y al que llamamos 'real'.

Cuando, por ejemplo, miramos a un árbol, vemos las ramas, las hojas y el tronco. Pero el árbol que está frente a nosotros es mucho más que eso que miramos. Si pudiésemos 'ver' el árbol en todas sus realidades, no sólo en la que llamamos 'nuestra', miraríamos al árbol y 'veríamos' las sombras de las ramas y los espacios 'vacíos' que hay entre las hojas, tan ciertos como las hojas mismas porque, si bien las sombras por sí, 'no son', las hojas no pueden ser como son sin su sombra y, sin las hojas, las sombras no serían.

Dijo el poeta: "caminante, no hay camino, se hace camino al andar". El camino que se ha de andar para llegar a alcanzar la posibilidad de 'conocer' esas realidades 'no ciertas', capaces de liberarnos del yugo con el que la rutina inerte impuesta por nuestra sociedad nos esclaviza, es duro, complejo y peligroso, pero 'es', y se debe hacer por caminarlo. Mientras lo hacemos -caminar- seremos capaces de 'conocer' la realidad 'no cierta', la única que puede salvarnos de este valle de mediocridad cansina.

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