La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Se repite la imprevisión

Si se cumpliera lo que los sanitarios y la OMS advierten, ¿también la Fiscalía diría que no hubo imprevisión?

Ayer, en este periódico: "Los contagios por Covid se extienden a una decena de colegios en Sevilla"; "Casariche, primer pueblo de Sevilla que pide confinarse"; "Suben a 43 los casos en la residencia de Utrera"; "La residencia de Algámitas registra una segunda muerte y 18 casos positivos"; "Baja el número de contagios en Andalucía pero se incrementan los ingresos"; "La comunidad andaluza suma 868 personas ingresadas por coronavirus con 115 de ellas en la UCI".

La Fiscalía del Tribunal Supremo no ve delito ni imprevisión en las actuaciones del Gobierno frente al Covid: "No existen elementos que permitan afirmar, ni tan siquiera indiciariamente, que el Gobierno se mostrara poco ágil o poco diligente". Puede valer, aunque personalmente opino lo contrario. Era sabido que el camino penal era poco practicable. Pero, ¿y ahora? ¿No hay datos de lo que está creciendo día a día? ¿No hay advertencias de los sanitarios sobre la saturación de los hospitales? ¿No hay avisos de la OMS de que "en octubre y noviembre habrá una mortalidad más elevada"? ¿Se está haciendo lo necesario para preverlo? Esta vez no cabe la excusa de la sorpresa para justificar la imprevisión.

Según el Centro Europeo para la Detección y Control de Enfermedades, somos el peor país en número de contagios, hospitalizaciones, ingresos en UCI y mortalidad en relación a la población. Todo se niega, minimiza o distorsiona. Ni el número real de fallecidos se conoce a estas alturas, pese a que alcance casi el doble -más de 50.000- de los reconocidos por el Gobierno. Si pasara lo peor, si se cumpliera lo que los sanitarios y la OMS advierten, ¿también diría la Fiscalía que no hubo imprevisión, que el Gobierno -y con él los autonómicos en los que ha descargado gran parte del peso- no se ha mostrado poco ágil o poco diligente?

Esta tragedia sanitaria, económica y social se ha disfrazado de cuestión política. Toda crítica fundada y advertencia basada en datos reales se toma por rastrera estrategia que usa el dolor, la muerte y la crisis económica para atacar desde el reaccionarismo de una derecha extrema posfranquista (por eso no cesan de agitar la momia de Franco como si fueran Herta Frankel o Mari Carmen, y Franco la perrita Marilín o doña Rogelia) a un Gobierno progresista. A la vez que, astutamente, se acusa a los críticos -ya sean políticos o sanitarios- de politizar la pandemia y la crisis.

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