Tierra de Nadie

Alberto Núñez Seoane

Lo ridículo y lo obsceno : 'Héroes...'

Concentración la pasada semana en Barcelona convocada por la ANC en apoyo a los presos independentistas.

Concentración la pasada semana en Barcelona convocada por la ANC en apoyo a los presos independentistas. / EFE

Si estuviese escribiendo sobre personas civilizadas, razonables o, al menos, educadas y con una mínima noción del respeto a los demás, pasaría a argumentar, a dialogar, a discutir; pero no es el caso. Los que califican de 'héroes' a los presos golpistas camino de juicio son muy parecidos, si no iguales, a ellos.

Nada constructivo, ni siquiera decente, se puede esperar de las manadas independentistas, menos de sus dirigentes, los que ocupan sillones en las instituciones del Estado en Cataluña, así que nada bueno, ni siquiera decente, espero de ellos.

La guerra la han declarado hace tiempo, ocurre que no tienen armas para matarnos. Aquella grotesca mamarrachada que fue la declaración de "la republiquita bananera de cataluña" –así, todo con minúscula-, con aquellos patéticos payasos derramando "lágrimas de contenida emoción", habla por sí sola del 'talante' de toda esa gentuza que se cubre con la 'estrellada' –magnífico y acertado calificativo para el trapo que cuelgan de sus ventanas-.

Aquel chusco y hediondo golpe de Estado califica, de sobra, los motivos y el móvil que sustentan la actitud de los ahora proclamados 'héroes' por el populacho secesionista y traidor.

Usar el término de 'héroe' para referirse a unos politicastros de baja estofa, a cobardes alborotadores, a mediocres personajillos que bailan sardanas amañadas por las manos que mecen la cuna de un independentismo fabricado para ocultar sus desmanes, esconder sus miserias y evadir sus culpas, es ofender a los, de verdad, héroes, es calumniar su sacrificio ejemplar, es blasfemar contra su memoria digna, noble y generosa.

Claro que, los que así actúan, esos que gritan 'héroes' a los mequetrefes abrazafarolas que se sentarán en el banquillo ante el Tribunal Supremo, ni entienden ni saben de que va eso de 'generosidad', 'dignidad' o 'nobleza', ¡qué va a saber el puerco que retoza en el fango y se atiborra de carroña lo que es el agua fresca y trasparente de un arrollo en la montaña o un buen bocadillo de pan de pueblo con jamón de bellota…

A la bazofia, encerrada en el trullo, que va a ser juzgada, no por jugar al 'Monopoly' desde la plaza de San Jaime, sino por poner en muy serio peligro la estabilidad, la seguridad y el futuro de toda una nación, de España, se les advirtió, de palabra y por escrito –recuerden- no una ni dos, hasta tres veces de las consecuencias que tendría lo que iban a hacer.

Se les invitó a dialogar –por supuesto, dentro de la Ley-, se les dieron plazos para rectificar, se les esperó -hasta lo desesperante, diría yo- a que abandonasen aquella monstruosa gilipollez carente de sentido y de posibilidad alguna de salir adelante…: ni caso, se burlaron –eso pretendían- de todas las Instituciones del Estado de Derecho y, por tanto, de todos nosotros, que estamos representados en ellas.

Hicieron oídos sordos, insultaron al presidente del Gobierno de España, al jefe del Estado, a jueces, militares y altos funcionarios, hicieron varios cortes de manga al Tribunal Supremo y mandaron media docena de pedorretas al Constitucional. Pues nada, "altivos líderes de la butifarra –que no república- catalana"; "insignes defensores", falsarios y embaucadores, de una historieta –que no Historia- sobre una 'patria' que no existe, nunca existió y no va a existir nunca; "grandiosos, valientes y abnegados héroes –supongo que, tal vez, lo podríais llegar a ser en los burdeles del Rabal…-"; ahorita toca hacer frente, como "arrojados y sacrificados luchadores por la libertad que sois –espera que me da la risa… ¡ya!-" a las consecuencias de todo lo que hicisteis: consciente y libremente, con premeditación, nocturnidad, prepotencia, alevosía, mucha mala leche y todo el desprecio que vuestros podridos corazones es capaz de albergar; ahora, 'majetes', vulgares bufones, mentecatos incalificables, ahora toca ser consecuentes con esos ‘ideales’ por los que decís estar dispuestos a dar vuestra vida, por otra parte mediocre y anodina.

Pero no queremos vuestras vidas, no somos como vosotros, queremos que la Justicia actúe, hable, y decida; queremos que, lo que la Justicia decida y sentencie, se cumpla, a rajatabla; no vaya a ser que, luego, si hay una o varias condenas, vaya a venir 'alguien' que, a cambio de 'algo', decida enmendar la plana al Alto Tribunal de la nación, "dar una palmadita en la espalda” a toda esa infamia traidora – "a los héroes…"-, ponerlos en libertad -"¡aquí no ha pasado nada…!"-, y dejarnos a los 44 millones de españoles –dicen que 'los hijos de la estrellada' son los dos millones restantes- con la cara partía –por… los 'héroes'-; el entripao, de seguro bien agarrao al estómago -por lo obsceno de semejante cambalache-; y un irreparable, y muy peligroso, cabreo en las venas –por lo ridículo de las 'explicaciones' que, de suceder tal desmán, daría el responsable del mismo.

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