La esquina

José Aguilar

Se salió con la suya

EL comité electoral nacional del Partido Popular, bajo la comandancia del jerezano Arias Cañete, designó ayer a los candidatos del PP en las elecciones autonómicas del 22-M que aún estaban pendientes. Son de varias comunidades, pero sólo uno tenía morbo: Francisco Camps -Paco, para Rajoy-, reelegible en la Generalitat valenciana.

El morbo, en realidad, lo habían alimentado los protagonistas del culebrón Camps. Él mismo llevaba semanas presionando a la dirección nacional del PP, obsesionado con la idea de que Mariano Rajoy no se zafaba de la tentación de dejarle caer para evitarse el bochorno de verle en el banquillo de los acusados por un asunto de corrupción el próximo otoño, inmerso ya en su propia campaña electoral (la de Mariano).

Sus argumentos, publicitados o no, eran que Rajoy le debía esta especie de recompensa por su lealtad y apoyo en su peor momento al frente del PP, tras haber perdido dos elecciones generales frente a Zapatero y cuando era abiertamente cuestionado por Aznar, Aguirre y otros, y que ningún otro candidato alternativo le garantizaba la continuidad en el poder en una de las comunidades más prósperas. Este último aspecto es básico en la estrategia de defensa de Camps ante el caso Gürtel: puesto que, según él, este escándalo es un montaje del PSOE, las urnas le absolverían por completo de su responsabilidad en el mismo. La causa judicial, atacada por un voto ciudadano muy mayoritario -la oposición socialista allí da pena-, se disolvería como un azucarillo. Total, se trata de una acusación de cohecho impropio por unos cuantos trajes del "amiguito del alma" al que quiere "un huevo".

Rajoy, y parte de la cúpula del PP, lo veía de otra manera. Bueno, como suele ver Rajoy este tipo de conflictos. Procrastinando. Esperando que el elemento conflictivo, incapaz de aguantar tanta presión, tire la toalla y dimita. Es lo que hizo con el tesorero Bárcenas, también implicado en la Gürtel (rama de Madrid). Sólo que no contaba con que, puestos a resistir, su amigo Paco ha demostrado ganarle incluso a él. Así ha sido, finalmente. Rajoy acometerá el último tramo de su carrera a la Moncloa convertido en el protector de un imputado por corrupción política.

Por lo demás, no será el pueblo valenciano el que dictaminará si Francisco Camps es inocente o culpable por haber aceptado regalos de la trama de aprovechados tejida a la sombra del PP, porque en nuestro sistema democrático estas cosas no las dilucidan los electores, sino un jurado popular de nueve miembros. Lo juzgarán este mismo año, y si por casualidad lo condenan tendrá que dimitir. Aunque antes haya incluso ampliado su mayoría absoluta.

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