Tribuna cofrade

Salvador Gutiérrez Galván

Judá Ben-Hur

Cualquier solución está en el Evangelio. Cuando nos sentíamos grandes y soberbios, un bicho minúsculo nos devuelve a lo que somos; insignificantes, desamparados y, sobre todo, temerosos. Si nos miramos en el espejo de nuestra historia veremos cómo las sagradas escrituras ya contemplaron la misma actualidad de nuestros días. La humanidad siempre se aferró a la esperanza. Sin ánimo de ser oportunista, este año experimentaremos el verdadero sentido de la Cuaresma, porque el sacrificio nos ha venido ya impuesto. Y a pesar de las dificultades no cabe duda de que todo puede ser una oportunidad. Depende de cómo se mire. Hoy acaricio, sin tocar, la alegría de tantos conventos de clausura que han sido ejemplos de gozo y oración. Un referente para todos nosotros. Nunca podremos agradecer del todo las plegarias de tantas mujeres dedicadas a Dios. Rezar por los demás comienza a tener sentido para esta sociedad que había cronificado la prisa. ¿Vida contemplativa?, me preguntaban algunos. ¿Para qué sirve? Rememoro con cariño las palabras de aquella monja del convento de Santa Clara que me confesó una vez que nada de lo que había fuera de aquellas paredes le hacía más feliz que vivir en comunidad la alegría del seguimiento a Jesús. Como cristiano me debo a la fe y a la esperanza y quisiera animar a todos a confiar en el Señor. Sé que para las nuevas generaciones, lo vivido estos días marcará un antes y un después. Nuestros mayores ya confiaron en Él, en tiempos más duros y difíciles que los actuales. Es momento ahora para la reflexión, para ver en lo pequeño lo fundamental. Y si en estos días vuelves a ver la película Ben- Hur, recuerda que tras las mega cifras económicas de aquella obra colosal (quince millones de dólares de la época), lo que más  te volverá a sobrecoger seguirá siendo el plano que menos dinero costó; el de un hombre extasiado (Judá Ben-Hur) recibiendo un sorbo de agua de manos de Jesús. Él sigue siendo tu esperanza y la mía, también en estos días de tinieblas. Ánimo porque juntos, en la oración, veremos de nuevo la luz.

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