HABLADURÍAS

Fernando Taboada

Un sector en alza

CASI medio millón. Cualquiera que eche cuentas puede sentir la tentación de pensar que en España hay demasiados políticos. Y es que en principio la cifra parece exagerada, pero nada más lejos de la realidad porque si sumamos municipios, mancomunidades, diputaciones, ministerios o tesorerías, y a eso le añadimos la nómina de congresistas, de senadores, comisarios políticos, asesores, directivos de cajas de ahorros y el enorme pelotón de cargos de confianza que engrosan las distintas administraciones, lo raro es que no haya un millón y medio de políticos.

Es verdad que Alemania se organiza con trescientos mil individuos menos de los que hay en España dedicados al noble ejercicio de gobernar. Pero también es natural que eso ocurra, porque allí tienen tal cantidad de cerveza que producir, tantos coches que fabricar y tanta tecnología que patentar, que cuando se quieren dar cuenta, no les queda casi nadie con tiempo libre para llevar las riendas de la cosa pública. Aquí, sin embargo, como lo de las fábricas y las tecnologías no es nuestro fuerte, no tenemos ningún problema para encontrar candidatos a gestionar el dinero de todos.

Además, como para hacer un puente hace falta tener unos conocimientos mínimos de ingeniería, pero para encargar que otro lo haga ni siquiera es necesario saber leer correctamente, resulta lógico que haya muchos más políticos que ingenieros. Será por ello que, mientras disminuye el número de profesores y se cierran hospitales; mientras miles de periodistas se quedan sin trabajo y aumenta la cifra de jóvenes licenciados que se ven obligados a emigrar, en el gremio de la política apenas se registra destrucción de empleo.

¿Y qué decir de los puestos de trabajo indirectos que genera un político a su alrededor? Nada más que en conductores, en secretarias e intérpretes, la lista de parados se reduce de manera considerable. Si en la vida cotidiana tomáramos ejemplo de las administraciones públicas, el desempleo dejaría de quitarnos el sueño. Para freír un par de huevos con patatas no bastaría con que usted se encerrara en la cocina. Se necesitaría a mucha más gente que hiciera viable el proyecto. Porque convendría crear un Observatorio Andaluz del Colesterol, pongamos por caso, y sería bueno contar con un equipo de asesores que diera luz verde a la comisión encargada de bajar al supermercado. Un Secretariado de Asuntos Culinarios se encargaría de trazar la hoja de ruta indispensable antes de elaborar el menú, y un Plan Nacional de Frituras sería fundamental para garantizar la transparencia del proceso. Todo ello sin olvidarnos de los tres o cuatro viceconsejeros que habría que nombrar con carácter de urgencia para que los cacharros no se quedaran sin fregar. ¿Y el paro es un problema difícil de arreglar? Ni turismo ni industria. Hasta que no empecemos a potenciar seriamente el sector de la política, en este país no vamos a alcanzar el pleno empleo.

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