HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano /

El sexo de las ideas

Desde que el feminismo rampante descubrió que las ideas están entre las piernas y no en el cerebro, encontró campo dilatado para sus argumentos. Las ideas y las ideologías, porque no olvidemos que un hombre tenderá siempre a ser de derechas y una mujer de izquierdas. Es más, la heterosexualidad masculina es de derechas, salvo que contenga algún desliz turbador y sea imprecisa, o caiga y recaiga en debilidades no aclaradas. La femenina no es heterosexualidad exactamente, sino un instinto manipulado por el hombre para su provecho, disfrute y fines políticos y sociales. Cuando la mujer no lucha contra sus instintos naturales, parecen traidoras sexuales como la Thatcher, caricaturizada de hombre, no como otras, en la prensa progre. La propia naturaleza formal de los sexos comporta ideología: el masculino es exterior, combativo y tenaz, y no esconde sus intenciones ni puede engañar; el femenino, una caverna incógnita y sin explorar que guarda la sabiduría y la justicia.

Por todo ello, el debate que se plantea el socialismo español no es de ideas, sino de sexos; no de saber la inteligencia y habilidades de los candidatos, sino de mirar sus intimidades corporales -partes pudendas, se les llaman con afectación- para descubrir el lugar verdadero donde radica el pensamiento progresista. Hay una leyenda que dice que cuando se elige papa, los cardenales comprueban, palpándolo, el sexo del electo para que no vuelva a ocurrir lo de la también legendaria papisa Juana. Para la ceremonia, el nuevo papa se acomoda en una silla puesta en altocon un orificio en el asiento. No hará falta entrar en detalles. Dado que a los socialistas no les interesan las ideas sino el poder y han adoptado ya de buen grado el pensamiento pobre, pero creen sin embargo que una mujer les conviene como secretaria general, por haber propalado ellos mismos la especie de que las mujeres son más de izquierda que los hombres, que preparen una silla probatoria como la papal y no se fíen de las apariencias externas, que hasta de los aspectos más masculinos salen ranas.

Los errores envejecidos parecen remozarse cuando se les añade un error nuevo. Los progresistas llaman 'cambio' a ir más rápidos por el mismo camino de la misma perdición. Y por ahí van los socialistas españoles, envejecidos mentales y extraviados por la vía de los desvaríos, sin haberse prevenido con la lectura de la Subida al Monte del Carmelo, en homenaje a san Juan de la Cruz y a su candidata a la secretaría general. Andan divididos sobre cuál de los candidatos nos llevaría mas rápidamente a la catástrofe, y, por lo pronto, es la aspirante femenina. Quiere gobernar España para verla destruida y pasar a la historia como don Rodrigo. Era de prever que la liberación sexual fuera un espejismo y que hasta los altos cargos se afectaran de trastornos de la conducta.

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