El otro día tuve que explicarles a mis alumnos de 2º de Primaria el movimiento de rotación del planeta Tierra, utilizando para ello un globo terráqueo y un flexo.

Elementos tradicionales a la hora de enseñar que les permitió asimilar de manera sencilla el concepto del día y la noche, y que dejó en el aire la frase "profe, al mundo no lo para nadie..."

Cuanta verdad llevaba este lapidario e inocente pensamiento porque, mientras una parte del mundo brinda estos días entre faralaes, y la otra parte del mundo guarda nostalgias de azahares en altillos y recuerdos, el mundo en sí sigue acabando con la vida de cientos de inocentes con rabia, saña y prepotencia, jugando a ser Dios sobre el mapamundi del dinero.

Mientras una parte del mundo sigue discutiendo de manera acalorada por temas futbolísticos, el mundo en sí sigue impasible y condescendiente ante la poca vergüenza de todos esos políticos que nos siguen robando, recortando, y pisoteando las ganas de vivir, de ser, de estar.

Mientras una parte del mundo se rasga las vestiduras con el Currículum de la señorita Cifuentes, el mundo en sí mira de reojo sus propios currículos, dejando claro que la mayoría del mundo exagera a la hora de entregar esos folios de esperanza.

No hay quien detenga por tanto al mundo…

No hay quien le ponga freno…

No hay quien pueda con el…

Mientras una parte del mundo se muere de hambre, la otra deja comida en el plato, haciéndole fotos, compartiéndolas…

Mientras una parte del mundo vive alojada en las redes sociales, la otra respira al saber que sus latidos siguen siendo de verdad.

Y mientras una parte del mundo deja que la vida pase, la otra pasa, simplemente, por la vida. Quien sabe, quizás esa sea la grandeza del movimiento de rotación, o quizás esa sea la grandeza del mundo...

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