Hoja de ruta

Ignacio Martínez

El síndrome de la 'Champions'

MALOS tiempos para la soberbia de los campeones de la Champions. A José Mourinho, entrenador portugués del Real Madrid, doble campeón de Europa, hombre enormemente pagado de sí mismo, le dio por despreciar a un modesto colega español, el entrenador del Sporting de Gijón Manuel Preciado, porque había “regalado” su partido en el Camp Nou, al no poner su mejor alineación. Tanto se lo reprochó, que Preciado le acabó llamando canalla y mal compañero. Ambos están sometidos ahora a un procedimiento de sanción solicitado a la Federación por la Comisión estatal contra la violencia en el deporte. ¿Saben ustedes por cuánto perdió el Sporting en el campo del Barcelona el 22 de septiembre? Por uno a cero. Menos mal que Mourinho jugó contra el eterno rival con ánimo de no regalar el partido...

La soberbia es mala compañera en el deporte como en la vida corriente. Nadal nos da un ejemplo de deportividad cada vez que gana y otro cada vez que pierde. Respeto por el rival, elogios a su juego, crítica de los errores propios... Guardiola es otro caso parecido. Estos deportistas animan el civismo de sus seguidores. La actitud contraria fomenta el fanatismo y la violencia. Vale el argumento para la política. Dicen que Artur Mas se ha hecho más humilde después de quedar como el candidato más votado en dos ocasiones y no conseguir gobernar. El domingo, cuando celebraba su victoria, dijo algo muy sensato que corrobora esa idea: “Estamos orgullosos de la victoria, pero no presumimos de ella. Nos sentimos servidores de Cataluña, no sus salvadores”.

A otro ex campeón de la Champions le va fatal. El presidente Zapatero proclamó de manera irresponsable en septiembre de 2007, cuando ya había estallado la burbuja inmobiliaria americana, que España jugaba la Champions League de la economía mundial: era la que más partidos ganaba, la que más goles metía y la menos goleada. Y el que más partidos gana, más goles mete y menos goles recibe, es el campeón. Decía el presidente que este país estaba más preparado que nunca ante una posible recesión, por la fortaleza de su economía, el dinamismo de la inversión, la solvencia de las empresas, la eficiencia de su sistema financiero y la acumulación de disponibilidades de las familias... Hay actuaciones en la vida que uno daría cualquier cosa por poder borrar. Y aquella no fue sólo una frase, sino una terca actitud de meses y años.

Ahora ha rectificado, pero quizá sin tiempo para reponerse. A menos que en el  campo contrario le ayuden. Ayer Rajoy se tomó el resultado de Cataluña como un éxito de su estrategia de oposición. Dice que va a seguir así. Malo. No es saludable para este país que la alternativa de gobierno no se comprometa a nada, para no cometer errores. Hay soberbias que no son de Champions, pero son de campeonato.

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