Hoja de ruta

Ignacio Martínez

El síndrome de Harry Potter

UNA colega mía acostumbra a identificar a Zapatero con Harry Potter. No hay mucha maldad en el gesto: "Los dos hacen magia", sostiene ella. Al interesado, sin embargo, no le hace gracia el apodo y se lo ha explicado en privado a la periodista: "No me gusta, porque suena a adolescente". Justamente, Arcadi Espada en su blog jamás cita a ZP por su nombre. Siempre alude a él como el Adolescente, con A mayúscula. La diferencia es que Arcadi no considera ni por asomo que el presidente sea mago. Yo tengo serias dudas. Después de haber negado que viniese una crisis y minimizado sus consecuencias, resulta que cuando llega el tsunami planetario navega sobre las olas gigantes con la soltura de un surfista. Anunció que llamaría a Rajoy hace dos semanas y no lo ha recibido hasta que ya no tenía nada que consensuar con él, porque todas las decisiones se habían tomado en el seno de la Unión Europea. Ha manejado la escena como un maestro. Hace magia.

Hay otro personaje todavía más beneficiado por la gestión de la crisis. Gordon Brown, el primer ministro británico, era un cadáver político hace un mes; hoy lidera e inspira todas las medidas mundiales para dar solidez y liquidez a los bancos, reformar los instituciones financieras internacionales o reforzar los mecanismos de control. Su resurrección compite con la de Lázaro en el capítulo de los milagros.

Rajoy no cree en magos, ni en milagros. Tampoco en las meigas, aunque, como buen gallego, piense que haberlas haylas. Si no, no habría trascendido el coñazo del desfile, no le habría comunicado González Pons a la afición que el PSOE es el partido de los banqueros, no se habría producido la rebelión navarra, no le habría dejado Zapatero sin sitio en la administración de la crisis, no habrían votado dos diputados murcianos del PP contra el Estatuto de Castilla-La Mancha.

Entretanto, como si fuese invisible y sin que nadie sepa cómo ha sido, el presidente del Gobierno se ha metido de cabeza en la locomotora del tren europeo. Propuso la celebración de la reunión de París del pasado fin de semana, en la que se aprobaron medidas para reactivar la economía europea y mundial. Y esto, a pesar de que su vicepresidente y ministro de Economía, Pedro Solbes, estaba en contra de avales tan generosos a la banca. Una posición similar tenía Miguel Ángel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España. Ambos sostienen que comprometer 100.000 millones de euros rebajará la solvencia y encarecerá el conjunto de la deuda del Estado. Es lógico, después de todo, que esto lo piense el mago Solbes, que Peridis pinta con la túnica llena de remiendos. El otro día dijo que nadie espere milagros, que la confianza no se recupera de la noche a la mañana. Que esto va a ser lento. Se pronunció sobre los milagros, pero de la magia nada dijo. Por algo será.

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