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La esquina

josé / aguilar

Los socialistas y Podemos

MIENTRAS que el fenómeno Podemos ha calentado la cabeza lo suficiente a los líderes de Izquierda Unida como para hacerles apostar por un Frente Popular -con Pablo Iglesias y Alberto Garzón como referentes principales-, la dirección del Partido Socialista parece mantenerla lo suficientemente fría (la cabeza) como para huir de cualquier alianza con los sucesores políticos de los indignados del 15-M y asimilados.

El secretario general del PSOE dio muestras de ello en su primera intervención formal ante los diputados y senadores socialistas. Les comunicó su estrategia ante el reinicio de la actividad parlamentaria: combatir a la vez a la derecha y al populismo, y les definió el papel que bajo su mando espera al socialismo español: "Somos la izquierda que aspira a gobernar y no se contenta sólo con protestar".

Nada que ver, pues, con la etapa zapaterista, cuando el PSOE se puso cortoplacista y trabajó con denuedo por pactar con todo bicho viviente para derrotar al PP, en la creencia de que el fin (desalojar del poder a la derecha) justifica los medios (aliarse con partidos con media identidad extraparlamentaria o enemigos de la Constitución y la monarquía democrática) y de que aislar a los populares era más importante que distinguir entre demócratas y nacionalistas semitotalitarios (y sin semi, en ocasiones).

Los desastres a los que pueden llevar estas estrategias de descentramiento del Partido Socialista se ejemplifican en el conflicto catalán, de cuyo origen no anda lejos aquella famosa frase de Zapatero ("Aceptaré el Estatuto que salga del Parlamento de Cataluña") y su respaldo a Maragall como jefe de un tripartito que tenía como número dos a Carod-Rovira, respaldo que sólo se hizo imposible cuando éste se fue a negociar con ETA una tregua exclusiva para los catalanes. También vale la experiencia socialista de arrebatarle al PP la Xunta de Galicia por un voto y gobernar con los ultranacionalistas del Bloque. Experiencia nefasta. Vamos, para decir Nunca Más.

A la misma vez, como diría el otro, que Pedro Sánchez marcaba distancias con Podemos para defender un proyecto socialista autónomo y de reformismo socialdemócrata, hacía lo propio Susana Díaz, rechazando frentismos de uno u otro signo y proclamando la imposibilidad de pactar con los de Iglesias por sus medidas "irrealizables". Esta coincidencia del tándem Sánchez-Díaz va a ser cada día más frecuente.

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