Pretérito perfecto

Manuel Romero Bejarano

La soledad del galerista

CUANDO hace algunos meses hacíamos nuestro pequeño homenaje a Paco Daza, repasábamos el triste panorama del comercio artístico en nuestra ciudad. Amén de salas de tres al cuarto regentadas por excursionistas, el panorama era desolador tras la muerte de Daza y la huída de Aquella Carmen (de la Calle). Tan sólo nos queda en Jerez una galería de arte que pueda ostentar con propiedad ese nombre. Un negocio que, sin apoyo institucional ni mecenazgo de ningún tipo se dedica a la venta de objetos artísticos. Se trata de la Galería Belén, a la que vamos a dedicar las líneas que siguen.

En un Jerez habituado a los chamarileros, a los Montenegros y Padillas falsos y en suma, a las porquerías más variadas (eso si, low cost) que se le hacen pasar al público por objetos de valor histórico, un verdadero anticuario lo tiene crudo. En un lugar en el que la tradición artística es un lastre del que no se ha desecho la mayor parte de la población, ni (por desgracia) tiene intención de hacerlo, un galerista que trate de renovar el panorama es prácticamente un kamikaze. Con estas negras perspectivas Ramón y Paloma abrieron la Galería Belén hace ya algunos años en una coqueta casa de la calle Francos.

No sé cuántas exposiciones han hecho ya. Lo que puedo asegurarles es que todas las han mimado como si fuese la primera. Tienen una sala pequeña pero bien equipada, han editado catálogos elegantes, jamás olvidan invitar por escrito y siempre tienen un trato exquisito con todo el que se acerca a su casa. Eso sí, al contrario que el difunto Daza no tenían por qué ser esclavos del gusto popular para continuar abiertos, por lo que han elegido aquellos artistas que consideraban innovadores, imaginativos, y en definitiva atractivos. El desinterés de la mayoría ha sido la respuesta. En el pecado va la penitencia (estará pensando más de uno), pero les aseguro que si no es de esta manera las concepciones estéticas de una ciudad anclada en el pleistoceno jamás cambiarán.

Lejos de amilanarse, la Galería Belén ha vuelto con otra exposición titulada Ama Omnia en la que muestran parte de su patrimonio. Con el pretexto de la cercana celebración de la Semana Santa, la sala acoge una muestra de las mejores pinturas antiguas de temática religiosa que poseen y he de confesarles que hubo varias piezas que me han dejado maravillado. La mayor parte corresponde a lo que en tiempos pasados se conocía como primitivos españoles, es decir, aquellos pintores góticos que empezaron a introducir en sus cuadros algunos elementos que se consideran propios del Renacimiento, pero no son los únicos.

Con la esperanza de que alguno de ustedes se acerque a la calle Francos a ver las pequeñas joyas que se exponen, me atrevo a recomendarles dos de las piezas que se encuentran expuestas. Una es un gran lienzo realizado en Holanda a comienzos del siglo XVII. Por aquella época en aquel país varios pintores de Utrecht comenzaron a imitar a Caravaggio y eso es precisamente lo que encontramos en esta obra. El cuadro representa El Prendimiento entre sombras, con la cara de Cristo y los sayones iluminada por una hermosa luz dorada en una escena casi íntima. Alrededor, la oscuridad más absoluta resalta la expresión de los protagonistas.

El otro es un delicioso Entierro de Cristo del Maestro de Langa donde aparece el universo ideal de las últimas décadas del periodo gótico cuyas formas nos recuerdan a algunos experimentos de las Vanguardias, como el Expresionismo. Unos santos alargados, lánguidos, de gestos estereotipados y cuerpos trazados por la geometría se lamentan sobre el cadáver de Jesús rodeados de oro y con el fondo de una Jerusalén representada como una ciudad perfecta, rodeada de una muralla circular. En definitiva, una fiesta para los ojos a dos pasos de casa.

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