Bienteveo

Andrés Luis Cañadas

El sonido de la Navidad jerezana

Estamos tan solo a una semana para que, con noviembre - que es tradicionalmente el mes de los difuntos; o al menos hasta ahora siempre lo fue -, Jerez se ponga ya a celebrar jubilosamente la Navidad, después de un año interminable en el que la dichosa pandemia nos arrebató no solo la celebración sino los cánticos y hasta el atrevimiento de juntarnos con familiares, amigos y conocidos por aquello de evitar un posible contagio con el virus del Covid 19 - ¿Alguien ha dado una explicación razonable y creíble a estas alturas de su origen? - que por desgracia tantas vidas ha arrebatado aquí en Jerez como en otros muchos lugares de España y del mundo…Vaya aquí nuestro emocionado recuerdo a su memoria.

Ya digo, estamos a poco más de una semana y nuevamente nuestra tarjeta de visita serán los viejos romances, de subido tono, los archirrepetidos villancicos tradicionales de la tierra, con su cansina monotonía y la invasión incontrolada de forasteros; sean todos bienvenidos a esta ciudad de acogida que abraza al que llega con el calor de su vino; que acuden como moscas al panal de rica miel; como dicen por ahí quienes aún no se han enterado, a vivir la “zambombá”, que es como llaman a nuestra celebración de la Navidad los que siguen confundiendo la parte por el todo y a los que es preciso y urgente explicarles que la “zambomba” es el instrumento tosco y primitivo, que aquí suena como en muy pocos lugares gracias sobre todo a la impagable labor llevada a cabo por aquella Caja de Ahorros de Jerez con la que los políticos acabaron hace años y acaso podríamos llamar “zambombá”, término muy generalizado fuera de nuestros límites, al resultado sonoro de hacer sonar dicho instrumento; “zanbombada”, como determinó, contribuyendo todavía más a la polémica abierta, la propia Real Academia de la Lengua, que digo yo que también debería haber puesto pié en pared con la estupidez del lenguaje inclusivo, por ocuparse de cosas útiles y serias que limpian, fijan y dar esplendor al inmenso tesoro de nuestra lengua…

Pero lo cierto es que aquí, en nuestro pueblo-ciudad, con tantas cosas para ufanarnos, la Navidad se vive de una manera diferente y genuina, con la que no solo hemos sabido convivir desde siempre y de forma especial desde el último tercio del pasado siglo, cuando el empeño de algunas personas y la contribución de la inmensa mayoría de los jerezanos hizo posible la recuperación de una celebración que casi agonizaba en el olvido y que hoy día goza no ya de buena salud sino de un esperanzador futuro, compaginando la diversión y la fiesta, el negocio y la convivencia, la promoción de Jerez y su capacidad de acogida a cuantos llegan…

Suena Jerez cuando suena la “Zambomba”. Y mucho más cuando esta se funde con ese otro patrimonio jerezano que hunde sus raíces en esos barrios donde cantan “los gallos de vidrio” que escribiera Lorca que confieren a nuestra fiesta navideña un aire, un estilo y un sabor único e irrepetible, abierto no solo a los de aquí sino al universo… En esa actitud les aguardamos, hasta la Nochebuena.

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