LA victoria de Tomás Gómez en las elecciones primarias del PSOE de Madrid frente a la candidata designada por Rodríguez Zapatero ha actuado como una espita abierta para las tensiones que atraviesa el partido en el poder. El propio Gómez ha quedado consagrado, por la fuerza de los hechos, como uno de los barones territoriales emergentes del socialismo, cualificado por la singularidad de su victoria frente a ZP y por la importancia del PSOE madrileño. Otro barón autonómico, José María Barreda, ha avanzado un paso más en el cuestionamiento de Zapatero, al defender públicamente la limitación de mandatos a ocho años, pedir al propio presidente que respete el carácter autonómico de las elecciones regionales de 2011 y atreverse a un pronóstico que muchos socialistas comparten y callan: "O cambiamos el rumbo o vamos hacia una catástrofe electoral". Hay más líderes territoriales del PSOE que apenas ocultan sus dificultades de entendimiento con el Gobierno Zapatero, de manera destacada los presidentes de Cataluña y el País Vasco, José Montilla y Patxi López, respectivamente. También entre las bases socialistas cunde la impresión de que el dirigente que les condujo al triunfo en 2004 y revalidó su logro en 2008 ha sucumbido a algunos de los retos que se le han presentado (Estatuto catalán, proceso de paz con ETA) y, de manera particular, ha fracasado en la lucha contra la crisis económica, que ha empobrecido a los españoles en mayor medida que a los ciudadanos de nuestro entorno, y ha terminado abrazando las recetas que juró repetidamente no adoptar jamás y que le han enajenado el respaldo de los sindicatos, eje del bloque social sobre el que quiso construir expresamente su proyecto político. La verdad es que este proyecto aparece hoy al borde de la caducidad y las encuestas más diversas no hacen sino reflejar la insatisfacción creciente de los españoles con el Gobierno y la necesidad de un cambio de rumbo, como el que demanda Barreda o con otra orientación política. El debate sobre la sucesión de Zapatero ha empezado, aunque discretamente. El secretario general del PSOE de Andalucía -una federación que tiene mucho que decir al respecto-, José Antonio Griñán, ha coincidido en que la situación es difícil, aunque avisando de que ese partido ha atravesado coyunturas más complicadas que la actual y las ha superado. Zapatero está cuestionado por los suyos. Ésa es la novedad.

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