La columna

Bernardo Palomo

¡Pues no hay tu tía!

El otro día aparecía en la prensa que para salir del embrollo político en el que se encuentra Bélgica, una sesuda ginecóloga ha recomendado a las esposas de sus señorías que no les permitan hacer el amor hasta que hayan conseguido arreglar sus asuntos. No sé cómo será la mencionada ginecóloga como médica de mujeres -como me decía mi abuela cuando yo de pequeño le preguntaba dónde estaba mi madre-, pero como psicóloga y ciudadana es de lo más nefasta. Los belgas, aunque más serios -ya han visto ustedes lo singracias que son sus majestades belgas-, como casi todo el mundo, no estarán muy sobrados de eso; o no, que yo no estoy muy al tanto de lo que hacen los belgas en sus belgas alcobas; pero me lo imagino por lo que veo a mi alrededor y que eso de la globalización lo unifica todo y a todos; si ahora, semejante lumbrera les propone mucha más abstinencia, los pobres van aviados. Lo que tiene que hacer la ginecóloga de marras -que a lo mejor ella practica poco- es, si quiere seguir dando consejos, dar el consejo contrario. A ella le irá mejor profesionalmente y, sobre todo, a sus señorías belgas les abrirá los horizontes, porque esa abstinencia no es buena para la salud y te deja cortito de ideas.

Tengo un amigo que está escribiendo un libro sobre la influencia de la mujer en el universo artístico y una de sus premisas más claras es que tal influencia existe claramente y, además, su idea es que, si no actúan como artistas y ejercen su trabajo, en su casa, de lo otro, ni palabra. Algo que yo, también, afirmo porque conozco a varios, de aquí y de allí, jóvenes y maduros, abstractos y figurativos, desconocidos y relevantes, grandes y pequeños que si no trabajan adecuadamente, no… hay tu tía. Por eso, nuestra ilustre médica de mujeres belga, estaría mejor calladita. Los belgas, su política, su historia y su profesión, lo agradecerán.

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