NO, no es el mundo al revés, es el revés del mundo. Es ahí donde ahora se vive. No, no estamos locos, ¡ojalá!, es que están enloquecidos porque nos pensemos locos aquellos que amamos la locura de la libertad; quieren que la veamos lejana, inalcanzable, efímera tal vez … No aceptan compartir lo que quieren, no quieren aceptar lo que se ha de compartir.
Tejen, al alba, las paredes de un laberinto posible; deshacen, al crepúsculo, el camino de la oscuridad a la luz: secuestran la elección, encadenan la esperanza, ahogan la opción; lo que antes era, no es ahora posible. No sales, si no buscas la salida; no la buscas, si no sientes la presión de la clausura; no sabes lo lejos que estás de la libertad, si ignoras como se mide la distancia que te separa de ella. Es de eso de lo que “esto” va; no es más que “eso”, de lo que quieren privarnos, y, medios tienen parar, con posible éxito, intentarlo.
Las masas, rebeladas en pluma de D. José Ortega y Gasset, ya no se rebelan, al menos, no lo hacen en contra de aquello que las condena como “masa”: acumulación, no agrupación, informe y despersonalizada, de entes, no individuos, amorfos, inexpresivos y aglutinados. Las masas, hoy, se dejan querer por quien no las quiere. A ver, esos que no las quieren, son los que las “adoran”: son ellas el medio con el que cuentan parar alcanzar el fin que persiguen; la herramienta útil para desmontar al individuo que molesta; el cimiento, podrido, de la torre a la que aspiran. Las masas se dejan querer, se dejan sobar, penetrar, sodomizar, lamer, ser objeto, o sujeto, de felación -no consta “felar” en nuestro diccionario, escribir “mamar”, me resulta, aquí, algo extemporáneo-; las masas son dúctiles y maleables, y … seducibles; son esponjosas: para encogerse o expandirse; acomodables y susceptibles -a cualquier tipo de envite, por bajo que este sea-; mediocres -de condición-, mezquinas -por actitud-, y miserables -por devoción-; esconden lo valiente, amañan lo peculiar, prostituyen la nobleza, disfrazan la lealtad, enmascaran la gallardía, abominan de la excelencia; son, las masas, en su génesis, rastreras, desleales en su desarrollo, perversas en su madurez, traidoras en su vejez; lujuriosas, desvaídas, recurrentes y odiosas; antítesis de lo “uno”, altar de lo múltiple”; cuna de necios altaneros, cama de engreídos desperdiciados; tumba de estúpidos malogrados.
Hay quien dice admirarlas, a las masas, quien insta a mantener su antinatural protagonismo, quien ampara su ejemplaridad, quien sostiene su despotismo… son los hijos de masas que no pudieron serlo de hembra y varón; frustraciones andantes, con gesto de Napoleón; ambigüedades obtusas, con aires de Nerón; decepciones continuadas, neurosis nunca sanadas, obsesiones soterradas… mal, sobrevenido para un Hombre envilecido y adocenado y corrompido y … equivocado y, tal vez, arrepentido, pero sin haber rectificado, sí embrutecido y desquiciado y enmierdado y emputecido … ¡pobre!, ¡pobres!
Aquí estamos, los hijos de Caín, esperando la ley de nuestro señor: el que, por nada, privó de todo a quien le amaba. Nada tiene valor, pero cualquier cosa vale … Danos con que saciar el ansia que nos quema, te adoraremos. La ordinariez se impone, la incultura arrasa, la grosería domina, lo mediocre triunfa.
La lectura desvanece, lo amable se esfuma, la urbanidad muere, la educación perece. Casi todo sirve para alcanzar lo que crees te corresponde; nada, o casi, te exiges para merecer a lo que aspiras. Eres hoja caduca de un otoño nacido en primavera, fruto estéril de flor no polinizada. Eres lo que no debes, y no sería cuestión de preocuparse, si no fuese porque, tu descompostura, priva al distinto, a ti, de lo que en justicia y proporción le corresponde.
Han de enseñar a no aprender. Su mañana pende del grosor del hilo que tu inteligencia haya querido y sabido tejer: a más grueso, más efectivo será el golpe que los desnuque; a más frágil, mayores las posibilidades de salir indemnes. Ocurrirá cuando, las mismas masas, que los elevaron, los lleven al patíbulo, porque serán ellas las que los condenen, aunque la cuerda de la que cuelguen sus cuellos saldrá del telar que hombres libres y soberanos hayan podido hilar en las sombras de una clandestinidad perseguida por los esbirros del poder.
Te acosan, a babor y estribor… No sopla viento en popa que llene la mayor y empuje el bajel fuera de la emboscada … Pocos son los que, en cubierta, se baten, con furia y confianza, por causa de pensares que los hacen ser como y lo que son… La mar hierve, las olas embisten, el escualo aguarda…
Lo he intentado, más que nada parar tratar de comprobar que es posible. He intentado situarme, aunque en modo figurativo fuese, en el lugar de los desalmados que saquean el saber y la cultura, pero mis cortas capacidades no han dado de sí lo suficiente como parar salir airoso del reto.
¿Quién?, compañeros de fatiga, ¿quién puede albergar tanta bajeza en su espíritu como para investir, a modo de logro, la ignorancia de las gentes, cuanto más generalizada mejor, para alcanzar lo que quiera que quisiese alcanzar?
Noble oficio, el enseñar; actitud honrosa, prender ¡En mala hora arribó a puerto la desdicha del que el desaprender ajeno persigue!.
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