CON más de media ciudad buscando una entrada, es lógico que ayer hubiese enfados en aficionados y abonados que se quedaron sin poder comprar entradas. Lógico y comprensible, porque parece que la venta podía haberse mejor. De todas formas, se hiciera como se hiciese, siempre iba a haber descontentos y cada uno cuenta la película como le va. Aquí hay una cosa clara: estas entradas estaban a la venta el pasado mes de junio cuando hubo algunos valientes que apostaron por sacarse el carné. Los que no, se arriesgaron a quedarse sin entradas en partidos como el del sábado contra el Huesca.

Hay socios que se creen legítimamente con más derecho que un aficionado a sacar una entrada para otra persona y hay aficionados que no entienden que los abonados puedan sacar una entrada a mitad de precio para alguien que no es socio. Cada uno cuenta la película como le va.

Y además, creo que al club le ha sobrepasado la expectación: nadie esperaba que se vendiese todo en un día -en Tenerife pasó lo mismo el martes de la semana pasada-, así que toca aprender de la experiencia porque si Dios quiere dentro de nada no será el Huesca sino el Barça o el Madrid el que venga a Chapín. Entonces habrá que calibrar si no es preferible vender menos entradas por persona (cuatro suele ser lo habitual) y poner vallas en las filas para que no se cuele nadie. Lo peor de todo es que hay xerecistas de pura cepa que se quedarán el sábado sin poder entrar en Chapín.