TIENE QUE LLOVER

Antonio Reyes

A tomar la calle

Con este título imagino que pensarán que estas líneas van a estar dedicadas a las crecientes revueltas en los países árabes, revueltas que por cierto están poniendo en entredicho nuestras tradicionales interpretaciones políticas sobre los países musulmanes. Pero no, no voy a hablar de ello. Para eso están las decenas de tertulianos que cada día muestran sus "enormes conocimientos", aunque sea Algeciras el lugar más cercano a un país árabe en el que hayan estado.

Lo mío hoy es diferente. Aunque coincidente en el tiempo con la revolución de los jazmines, aquí la toma de la calle tiene otros motivos diferentes: desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco, a los fumadores no les ha quedado otro remedio que tirarse a la "rue" para continuar con la delicia de compartir el cigarrito con el café o la cervecita. Y claro está, como ya no es posible hacerlo dentro de los establecimientos, el humo se agolpa en el exterior junto a decenas de colillas. Hoy, la mejor forma de saber dónde hay un bar no es buscar un rótulo luminoso, sino mirar al suelo: si vemos un cúmulo de extintos cigarros pisoteados, no hay dudas: estamos ante un establecimiento de hostelería.

Así pues, los fumadores han tenido que salir al aire libre para dar una calada o para sentarse, a pesar del frío, en una terraza en la que continuar con ese binomio tan difícil de superar. No sé si las pérdidas de los hosteleros son tan altas como dicen, pero lo que sí es cierto es que a los basureros el trabajo se les ha acumulado.

Nuestra madre Administración dice que su obligación es velar por los intereses sanitarios de la población, y que por ello es necesario alejar los malos humos de los recintos cerrados. Pero como la Administración y sus dirigentes viven de los votos, y votar, lo que se dice votar, lo hacen los listos y los tontos, los sanos y los enfermos, los fumadores y los exentos de ese maligno vicio, y, además, estamos en vísperas de elecciones, resulta que nuestra protectora Administración ha comenzado a tomar medidas para contentar a todos: se reduce el importe de las licencias para la instalación de veladores; se amplía, incluso se subvenciona, el uso de estufas en las terrazas; se amplía el tamaño de las mismas; se mira para otro lado cuando se colocan mesas sin permiso junto a las fachadas; se deja la puerta abierta, como ha hecho la Ley vasca, a que las sociedades gastronómicas permitan el tabaco en sus instalaciones; en definitiva, como hay que contentar a todos, porque todos votan, se hace la vista gorda y aquí paz y después gloria.

A uno como fumador no le queda más remedio que aceptar lo que es bueno para la mayoría. Ahora bien, con esos mismos criterios de salud pública, me encantaría que nuestra contradictoria e interesada Administración decretara el territorio nacional como "zona libre de humos", pero de otros humos: los de la corrupción política, la estafa empresarial, el paro generalizado, el fracaso escolar, el cáncer del pelotazo…, incluso que nos librara de tantos politiquillos metidos a "salvavidas".

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