Estamos tontos... ¿o qué?

Lo que realmente está envejeciendo mal es el país en sí, su mediocridad, su cainismo, su insoportable cursilería

El lector sagaz y nostálgico de los ochenta (la otra noche había más de diez mil en la Plaza de España de Sevilla) habrá asociado el título de este artículo con aquel otro de Estamos locos… ¿O qué?, nombre del tercer disco de estudio de los Hombres G, y último vértice junto a los dos primeros de aquel triángulo triunfal que definió posiblemente el mayor fenómeno social de la época. Si a David Summers le da por eso tan de moda de remasterizar los éxitos de la adolescencia perdida, yo le sugeriría sustituir su título por este que encabeza el texto.

Viene todo esto a cuento de la asombrosa y absurda polémica surgida en torno a un conocido programa vespertino de la televisión, en el que los concursantes, entre otras habilidades, juegan a adivinar a través de una difusa sintonía una canción famosa. En el caso que nos ocupa, sonó Devuélveme a mi chica (vulgo Sufre mamón), tema emblema del grupo, y todos los integrantes de la mesa la corearon con fervor, bailecitos incluidos. Pero, justo al acabar, una de las concursantes, entre la regañina y la contrición, se apresuró a impartirnos la lección de puritanismo progre de cada día, manifestando su rechazo a la inclusión del término "marica" en la canción, a su parecer ofensivo para el colectivo, y concluyendo alegremente que la expresión "devuélveme a mi chica" implica poco menos que cosificación asociada al machismo. Para colmo, el presentador, al que teníamos cierto aprecio (por sevillano de Alcalá y sevillista confeso, sobre todo), remató el cuadro afirmando que la antes jaleada canción "había envejecido mal".

Yo creo que lo que realmente está envejeciendo mal es el país en sí, su mediocridad, su cainismo, su insoportable cursilería. La dictadura sorda de lo políticamente correcto lo invade todo, hasta el punto de refutar letras totalmente inocuas de hace cuarenta años, sin reparar en situaciones ni contextos. Artistas con autoridad en la música (y en la izquierda) de la talla de Sabina o Calamaro lo han denunciado varias veces: hoy posiblemente no se podrían publicar las letras de otros años, muchas de las cuales han marcado la memoria de varias generaciones. La gente habla de sociedad líquida, infantil, posmoderna… Una sociedad tonta es la que estamos creando, que se empeña en orillar lo sustancial para centrarse en lo accesorio. Y menos mal que al regidor del programa no le dio por pinchar El ataque de las chicas cocodrilo…

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