Crónica personal

Pilar Cernuda

Con ella hemos topado

CON ella, con la Iglesia, hemos topado. O han topado el Gobierno, el PSOE y, sobre todo, Pepe Blanco, al que se le nota especialmente sulfurado por el resultado de la manifestación del domingo.

Blanco, como es habitual en él, aprovechó la ocasión para criticar al PP por la manifestación. Se enfadó sobremanera porque nadie del PP -excepto Mayor Oreja, y a título personal- se sumara a la manifestación, lo que le impidió darle aún más fuerte al partido al que tanta inquina demuestra; y pidió a la Iglesia que exija al PP que anuncie en su programa electoral que retirará varias leyes si llega al Gobierno, como si la Iglesia hubiera pedido públicamente el voto al PP, lo que está por ver. Se le nota a la legua que está en pleno ataque de nervios cuando faltan sólo nueve semanas para las elecciones; no sabe qué hacer para convertir al PP en responsable de todo lo que ocurre en el país. De lo malo, en ningún caso de lo bueno.

Más comedido ha sido el comunicado del PSOE, que al menos expresa respeto a la Iglesia, aunque le recuerda que no es la fe la que legisla, sino la sociedad a través de sus representantes políticos y las instituciones democráticamente elegidas. Un comunicado bastante más prudente que las declaraciones de algunos dirigentes socialistas.

La manifestación fue un éxito para la Iglesia, la movilización fue masiva, de centenares de miles de personas, y al PSOE y al Gobierno les ha provocado una inquietud evidente. Algunas de las consideraciones de los cardenales se excedían de sus responsabilidades, como fueron los casos de García Gasco y de Rouco, cuando hacían un paralelismo entre los principios cristianos y la vigencia de la democracia. Pero la respuesta de algunos miembros del Gobierno y del PSOE ha sido, cuando menos, excesiva, como la del ministro de Justicia. Aunque la palma se la ha llevado José Blanco, no sólo por la forma en que tergiversó el sentido de la manifestación, sino por su empeño -eterno empeño- en instrumentalizar la manifestación para arremeter una vez más contra el Partido Popular. En este caso, por no haber asistido. En el pasado, en otras manifestaciones convocadas por la Iglesia, arremetió contra el PP por haberse sumado. El caso es echar culpas al PP siempre, presentarlo como un partido arcaico, vetusto y a la orden en unas ocasiones de la Conferencia Episcopal y, en otras, a la orden del polémico José Alcaraz, presidente de la AVT, de quien Rajoy hace bastante tiempo que ha demostrado público distanciamiento.

Coinciden en el tiempo el comunicado del PSOE sobre la manifestación y las insidiosas declaraciones de Blanco con una nueva oleada de sondeos electorales, en los que hay coincidencia de que si se celebraran las elecciones ahora mismo, habría empate técnico entre el PSOE y el PP. Ahí está la clave de todo: los nervios entre los socialistas están a flor de piel. Tan a flor de piel que los llevan pintados en la cara.

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