HACE tiempo que me hablaron de un viaje a Birmania, un país de los denominados exóticos, más allá de los mares y que merece la pena descubrir. Lejos de los folletos de las agencias de turno, ahora se ha hecho popular por el desastre natural que ha causado un tifón que ha dejado la nación sembrada de cadáveres y a miles de personas penando por conseguir rehacer una vida en la que precisamente no les sobraba nada de lo que tenían. Imágenes dantescas, el infierno en la tierra y una ayuda que entra por cuentagotas por culpa de un régimen militar que únicamente parece que piensa en sacar tajada de una tragedia de mayúsculas dimensiones. El Nargis ha vuelto a sacudir una zona castigada por otras catástrofes, de nuevo se ha cebado con los más débiles. Y mientras, se vuelve a liar de nuevo en Líbano, un conflicto que se arrastra desde hace años. Este mundo está cada vez más loco.