Tribuna libre

Manuel Fernández García-Figueras

Caballero Bonald y la Diáspora jerezana

LA sentida muerte de José Manuel Caballero Bonald está siendo merecidamente recogida por las mejores plumas de la literatura y de la prensa, elogiando su figura, reconociendo sus numerosos premios literarios, incluido el Cervantes, y su influencia en una nueva generación de escritores y poetas que encontraron en José Manuel un auténtico y verdadero maestro.

Aportando un sencillo homenaje a su memoria, quiero referirme a lo que Caballero Bonald significó para la Diáspora de los jerezanos en Madrid, en sus inicios y en su brillante Pórtico para la Guía de los miembros de la Asociación en el año 2000.

A mediados de los años setenta, cuando un grupo de profesionales y de jóvenes ejecutivos de empresa estábamos recién llegados a Madrid, Miguel García de Luján tuvo el acierto y la fortuna de organizar reuniones para conocer, saludar y agradecer la presencia y labor de destacados paisanos que nos  habían precedido y nos marcaban el buen camino para hacer jerezanía en la capital de España.

Una de esas tertulias fue en torno a José Manuel Caballero Bonald que ya triunfaba en el mundo de las letras, en el que años más tarde alcanzaría la cumbre de la fama. Fue una reunión muy agradable, con alusiones muy sentidas y directas a nuestro querido Jerez, algunas de ellas con una carga de nostalgia porque José Manuel nos avanzó algunas de las reflexiones del primer tomo de sus Memorias. Nos dijo que en Jerez nació y descubrió el mundo por lo que Jerez era para él el compendio simbólico del mundo entero. 

Tengo que reconocer que las copas de  Fino y de Amontillado fueron excelentes colaboradoras a la buena y correcta tertulia que disfrutamos. Era una delicia oír los comentarios poéticos de José Manuel dirigidos a su catavino de jerez.

Antes de terminar se organizó la clásica despedida jerezana que da ocasión siempre a una inacabable ceremonia de abrazos, afectos y promesas de próximas citas.  Y fue precisamente entonces cuando José Manuel emplazó a Miguel García de Luján para organizar nuevos encuentros y buscar un buen nombre para el grupo de paisanos. Sobre la marcha, Miguel propuso 'Diáspora' y todos los presentes lo aprobaron y lo aplaudieron, por lo que la tertulia presidida por Caballero Bonald se considera el simbólico inicio oficial de nuestras reuniones en Madrid.

José Manuel vivió unos años de desencuentro con Jerez que quedaron felizmente aparcados cuando en 1996, en una comida con un grupo de jerezanos, declaró que ese contencioso había terminado felizmente con la creación por el Ayuntamiento de la Fundación Caballero Bonald para albergar su legado cultural. Expresó su interés y satisfacción por el reencuentro que se había producido 

Y posteriormente, en el año 2000, los jerezanos de la Diáspora pedimos a José Manuel que escribiera el Pórtico para la Guía que editamos aquél año. Cumplió nuestro encargo con un texto magistral en el que, tras brillantes reflexiones sobre los andaluces, dejó escrito el siguiente párrafo: "Un solo jerezano entusiasta equivale a todos los demás jerezanos. Esté donde esté. La llamada Diáspora no es en este sentido más que una referencia sentimental. No importa el sitio en que viva el jerezano para que se considere portavoz de un privilegio que debe compartir con los demás. Aunque los componentes de la Diáspora se reúnan en contadas ocasiones, se consideran asociados a una empresa común, entre otras cosas porque están seguros de que eso de ser jerezanos supone un mérito muy especial. La Diáspora viene a ser entonces como la excusa para una reunión permanente y ésta Guía quiere hacer las veces de una convocatoria para esa reunión".

Descanse en paz nuestro querido e ilustre paisano con el mejor y más cercano de los recuerdos que le dedicamos desde la Diáspora.

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