CATAVINO DE PAPEL

Manuel Ríos Ruiz

La turbulencia económica que nos invade

SENCILLAMENTE, Cadalso en sus "Cartas marruecas", escribe : "La economía muy extremada es avaricia". Es la primera definición que recordamos haber leído de la economía. Claro que el escritor se refería a la economía con respecto a una actitud personal. Y la economía que hoy queremos comentar, es la economía con mayúscula, la Economía que abarca la vida de los países, la que está implicada en cualquier asunto que se nos ocurra señalar. Y según John Maynard Keynes, creador de una escuela economista, la economía es "un método antes que una doctrina, un aparato mental, una técnica de pensamiento que ayuda a sus poseedores a esbozar conclusiones correctas". Desde estas premisas suponemos que actuarán los economistas de todas las otras escuelas: escolástica, mercantilista, fisiocrática, clásica, marxista, austriaca, neoclásica, postkeynesiana, monetaristaý Y seguramente todas ellas estarán presentes en la turbulencia económica que estamos viviendo durante estos días, aunque los legos en tamaña ciencia nos las distingamos. Y pensamos algunos, o muchos, que la economía debería ser algo sencillo y claro en su desarrollo y matices, para que cualquiera supiera, aparte de lo que en realidad vale un peine, que es, como es, lo que nos está diciendo el economista o político de turno en los medios de comunicación. Hay épocas, ciclos al decir de los economistas, que la economía causa alteraciones en el gentío, especialmente la llamada desaceleración. Ahora está ocurriendo así. Estamos pasmados ante la subida de los precios en general de una forma un tanto escandalosa. Los economistas y los políticos nos hablan del fenómeno, alegan sus razones, pero creo que no convencen a la mayoría de los ciudadanos. Nos indican que la crisis económica proviene de los Estados Unidos y que también sucede por causa del euribor, un palabro que por lo visto significa "tipo europeo de referencia bancaria", en toda la zona del euro. Averiguado esto, tampoco asumimos el problema con naturalidad. Y es que lo de la macroeconomía, las bajadas y subidas de la bolsa y otras cuestiones de la turbulencia económica que nos invade, no cabe duda que solamente es entendida por cerebros privilegiados. Porque nos preguntamos: ¿es lógico que suba el precio del pan y sin embargo baje el de los pisos? Parece ser que la crisis abarca el importe crematístico lo mismo de las hipotecas que del teléfono. Allá en 1981, leímos una frase del gran economista Galbraith: "Hay dos clases de economistas. Los que no saben nada y los que ni siquiera saben eso". Hay que tocar, pues, madera, los economistas con sus economías han tomado una presencia en la vida cotidiana de forma tan desmesurada, tan turbulenta, que no se sabe que es mejor, si creerles o pasar olímpicamente de sus presagios, si pudiéramos.

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