Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

La usurpación

Ni Quim Torra es quién para pedir el derecho de autodeterminación ni Sánchez es quién para concedérselo

Hace unos días se reunieron Alberto Garzón y Quim Torra y salió el primero, muy ufano, con la cantinela de que "se puede hablar de todo"; pero, además, añadió un matiz bien sugerente: "Incluso, al margen de la Constitución". Y, hombre, pues claro. Si Torra y Garzón son, un poner, socios del Betis o fans de Star Trek, nadie les impide quedar para tomar un café y compartir sus impresiones sobre la próxima temporada o las últimas películas de la saga. Entonces, no hay necesidad de referirse explícitamente a la Constitución: ciertamente, pueden hablar de lo que les dé la gana. Otra cosa es que se reúnan en calidad de dirigentes políticos y en virtud de las responsabilidades que ambos asumen por un mandato democrático; y otra aún más distinta es que aborden asuntos que afectan de lleno a la vida de la gente. Entonces, queridos, hablar al margen de la Constitución significa hablar al margen de las personas. Dar una patada en el trasero y tapar la boca de quienes se quedan fuera, independientemente de su adscripción ideológica o partidista; es decir, compartir las actitudes fascistas que ambos denuncian a cada paso y quedarse tan anchos. Por lo mismo, cabría hablar al margen de la Declaración de los Derechos Humanos. Y tal vez Torra lo preferiría, dado que Amnistía Internacional no ve presos políticos en España.

Con la misma actitud se reúne hoy Quim Torra con Pedro Sánchez para pedirle el derecho de autodeterminación. Y casi provoca ternura el modo en que el líder nacionalista se maneja tan bien con los totalitarismos, porque ni él es quién para pedir ese derecho ni Sánchez es quién para concedérselo. Pero parece que la República Catalana pasa por la apropiación indebida de funciones, por un intercambio de cromos, de nuevo a base de denigrar y anular el poder político que corresponde a la ciudadanía. Afortunadamente, la cuestión viene siendo bien clarita desde tiempos de Aristóteles: ningún derecho se pide, sino que se ejerce. Y si su ejercicio agrede y limita la libertad del otro, no es un derecho sino una imposición. No hay en Cataluña una presión social ni electoral que justifique la independencia, por lo que el ejercicio de la autodeterminación sería una puñalada a la más elemental convivencia democrática. Y su declaración unilateral, sí, un Golpe de Estado. Que Torra manifieste tan a las claras su voluntad de dejar la Constitución a un lado debería ser motivo suficiente para su desautorización. Lo contrario no beneficia a nadie.

Confiemos en que Sánchez desacredite semejante llamada a la usurpación. Con la Constitución en la mano. Por si acaso.

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