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La Resaca

bernardo / Palomo

Ni utopías ni imposibles

TRAs perder el día del Almería en Chapín y saber, ya, casi definitivamente, que el pozo de la Segunda División B no era una quimera de pesimistas cenizos sino que se entraba de lleno en ella, los aficionados se planteaban la inmensa duda de poder hacer algo en Miranda de Ebro con lo poquísimo que ofrecía este equipo acuciado por la losa de once partidos sin ganar. No obstante, esta afición de optimistas albergaba la esperanza de que en el pueblo burgalés se podría alcanzar algo que rompiera la nefasta realidad.

Anduva debería ser algo más que una tabla de salvación; el Xerez tendría que romperse allí para encontrar el punto de inflexión que permitiese respirar con fuerza para mantenerse con vida. Pero llegó la fría tarde mirandesa y todo fue lo de siempre. Se jugó como siempre y se perdió, también, como casi siempre. Además, para colmo, José Mari, el 23 tan deseado, se volvió a romper. La referencia válida y única de este equipo se truncó de nuevo y dejó, todavía más, sin nada a un Xerez que vuelve roto de un largo viaje, de jugar contra un equipo de esa Liga maldita donde muchos -Xerez y Mirandés, entre ellos- se juegan la vida, y el de aquí algo más.

¿Y, ahora, qué? Da mucho miedo ver la clasificación; pero atemoriza saber lo que ha producido que se esté donde se está. El equipo es ramplón, no tiene capacidad de reacción -el otro día, ésta fue imposible por el momento cuando llegó el gol contrario-, no se sabe jugar perdiendo, ni a la contra, ni achuchar cuando hay que hacerlo; al menor revés, la gente se hunde.

Pero, aún, así como el Xerez existen muchos equipos en esta Segunda facilota. Incluso, sobre el papel -nada más que sobre el papel- los jugadores no son mucho peores que los de esos equipos a los me refiero.

Se echa de menos, eso sí, más empuje, más querer, aunque no se pueda. ¿Qué ocurre, entonces? Ya se saben las caóticas características de este club a la deriva, sin timonel y con una tripulación que se marea al menor oleaje. ¿tanto influye en la caseta los tejemanejes de los despachos?, ¿y el entrenador? Aquel que vino casi en olor de multitud ha demostrado menos -los resultados cantan y están ahí- que los nefastos que le precedieron. Se ve claramente que los acontecimientos, los resultados, el equipo, el juego… le desbordan.

Por mucho que lo intenta, nada le sale. La pelotita no entra y sus planteamientos quedan pendientes perdidos en un limbo de impotencia. En otras circunstancias, el revulsivo de un cambio de entrenador podría abrir expectativas. Pero, ¿sería igual en este Xerez tan perdido? ¡Lo dudo! La problemática es mucho más profunda. Habría que acudir a la utopía y a lo imposible. Pedir, como los funcionarios, una excedencia por enfermedad grave de un par de temporadas.

Un tiempo amplio que te permitiera un internamiento en un centro donde extirparan lo podrido, donde colocaran prótesis salvadoras, donde insuflaran criterios de sensatez y, después, de un tiempo de meditación, comenzar una temporada donde se había iniciado ésta. Este sueño es sólo un sueño. La realidad manifiesta que se está en un abismo desesperante.

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