La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Se les ven las vergüenzas

Ya no son el PP y Ciudadanos "metiendo ruido". Ya no es un medio, ni dos, ni tres, ni cuatro: son la mayoría si no todos. Ya no son sólo los plagios de la tesis doctoral, también los del libro. Por lo tanto ya no es cuestión de exageraciones tácticas de la oposición ni de enseñamiento mediático. Ya no vale el estupefaciente "¿trescientas palabras o quinientas palabras que no llevan comillas es un plagio?… ¡por favor!" de Adriana Lastra (señora mía, además de las comillas faltan las referencias bibliográficas). Ya no valen las bochornosas excusas de Moncloa considerando las citas sin comillas ni referencias a su autor son un "error involuntario" que "va a ser subsanado en el más breve plazo" (¿cuándo, acaso es un best seller que conocerá sucesivas ediciones?) y justificando las otras cinco morcillas cogidas de textos ajenos sin citarlos porque "se trata de documentos de carácter parlamentario que no generan derechos de autor por no tener la consideración de obras, ya que son de uso público al formar parte del debate político, el cual debe ser difundido a todos los ciudadanos". Ya no vale que el propio Sánchez, eso sí con cara de tacón, diga que "ha habido un fallo en una reseña que va a ser subsanado en nueva edición" (y dale con lo de las reediciones, como si el librito fuera Patria, El laberinto de los espíritus o El rey recibe).

Ya no es matar mosquitos a cañonazos, ni manipulación de la prensa reaccionaria y las tertulias facciosas, ni poner el ventilador para disimular por igualación otros escándalos académicos, ni hacer ruido para acosar al frágil presidente y erosionar sus resbaladizos apoyos, ni loca obsesión anti socialista que confunda -o pretenda hacerlo- molinos con gigantes…

Ya no se trata de eso sino de un caso más bochornoso cuanto más se va sabiendo de él. Que agrava la pobre y preocupante imagen del presidente de un gobierno pródigo en improvisaciones, rectificaciones, cortinas de humo, atajos legales para saltarse las instituciones, dimisiones o descalificaciones de ministros, dejación de responsabilidades en la cuestión catalana (Borrell: "Si tenemos suerte, nos llevará 20 años arreglar la situación en Cataluña") y las perlas de Celaá como portavoz ("las bombas son de precisión y no se van a equivocar matando yemeníes") o ministra de Educación (impedir que los libros de texto adoctrinen y manipulen es "censura previa"). Y lo peor es que los ciudadanos pagaremos los platos rotos.

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