HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Las ventajas de la crisis

Ventajas relativas, claro está, porque las crisis económicas no acarrean demasiadas cosas buenas. Y ventajas según para quien. La depresión de 1929 afectó al mundo entero, pero más a los países de economía desarrollada y compleja, Estados Unidos y Europa sobre todo. Por la literatura y el cine conocemos los grados de miseria y degradación a los que se llegó en algunos lugares. Se había vivido alegremente y no estaba previsto en las mentes formadas en la prosperidad que pudiera haber un retroceso a las pobrezas del pasado,a un descenso moral, cuyas víctimas fueron los sectores sociales más desafortunados. El triunfo del nazismo, la charlatanería y la radicalización de las izquierdas, el marxismo como moda elitista en miembros de las clases altas, teorías económicas que alentaron dictaduras nunca vistas con anterioridad y la desconfianza de las clases trabajadoras empobrecidas en los políticos que decían defenderlas, fueron algunas de las consecuencias del desastre.

A España llegó todo esto con el advenimiento de la II República. Muchos de los intelectuales, más que políticos, que trajeron y gobernaron en el nuevo régimen se habían dejado seducir por la moda marxista, sin perder su identidad de universitarios de la clase burguesa rica. Eran modernos y elegantes, como los izquierdistas de las universidades inglesas de élite, y sus ideas, especulativas y teóricas. No tenían un conocimiento de la mentalidad ni de las necesidades de las clases trabajadoras. Gobernaban España, cuando los dejaban, como unos nuevos ilustrados que, desde arriba siempre, reformarían el país para adecuarlo a la modernidad. Las huelgas, los disturbios y la quema de conventos no eran sino efervescencias de la joven república. No debían preocuparse mucho, todo volvería al orden democrático burgués sin distraerlos de sus investigaciones sobre San Juan de la Cruz o Calderón de la Barca.

No sabemos si hemos titulado bien este escrito, pero no cabe cambiarlo. Las ventajas de las depresiones económicas son que, por un lado, dan tiempos apasionados para alimento de la imaginación, y, por otro, un auge cultural. No tuvimos un Steinbeck para escribir, por encima de las ideologías, la crónica moral de unos tiempos malos. Ni un Orwell para advertirnos de los males posibles. Tuvimos unos intelectuales republicanos que luego aceptaron el franquismo como mal menor, y unos poetas excelentes, entre quienes, como Alberti, hubo algún revolucionario militante del totalitarismo. La mayoría siguió la moda universitaria del izquierdismo, con una inclinación culta hacia el pueblo llano, siempre que éste se mantuviera lejos y en su sitio. Las crisis sirven también para hacer juicios no temerarios sobre épocas desquiciadas. En España, la censura de la 'memoria histórica' es un impedimento; pero, como todo, pasará.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios