Que no viene el lobo

Parece que hay mucha gente empeñada en hacer el papel de Pedrito y el lobo pero en versión tranquilizante

Pedíamos seriedad frente al atentado de Barcelona, y nos encontramos con hechos y actitudes que, sean frívolas o peores, son ridículas. Si la policía pide no compartir fotos mientras se procede a identificar a las víctimas e informar a sus familiares, yo no las comparto. Dejo para más tarde el debate sobre la conveniencia o no de mostrar la crudeza bestial del terrorismo, que me temo que, en esta sociedad de la imagen, es necesario, para que todos se hagan cargo. Pero ¿qué es eso de exigir que no se compartan estas fotos mientras uno mismo se hartó, desde esa misma red social, de compartir fotos de otros conflictos con el propósito expreso de concienciarnos? Entonces, ¿es que hay interés en no concienciarnos en este caso?

Luego vemos varias cuentas de Twitter que han escrito el mismo mensaje: "Mi madre estaba a 2 calles de las Ramblas. Un taxista marroquí la ha llevado gratis a casa y le ha dicho q no todos son iguales". ¿Quién sabe ahora si el primero era auténtico? Aun así, ¿qué lleva a los demás a copiar como posesos? Alguien debería hacer un seguimiento de esta historia. Entrevistar a la primera madre, localizar al primer taxista, por si tampoco, y luego investigar qué tuiteros se sumaron y por qué. Habría que exponer a la vergüenza pública a los que se atreven a ir en un taxi falso con un marroquí de pega y con una progenitora de quita y pon al rebufo de un atentado de verdad. Y peor que la estupidez es el empeño ciego de manipularnos sentimentalmente con mentiras tan burdas.

La exclusiva más escandalosa, sin embargo, la ha dado la TVE, que es un servicio público, institucional. Ha emitido imágenes de una supuesta manifestación islámica de repulsa y era de hace dos años y en invierno. No es la primera manipulación o fake news en la misma dirección de convencernos -a toda costa a toda prisa con todos los medios- de la solidaridad del musulmán. La de la CNN produciendo una manifestación como si fuese la HBO dio la vuelta al mundo.

Tal interés resulta sospechoso y, por tanto, contraproducente. El adagio jurídico se macarroniza: Manifesta non petita, accusatio expandita, pero se entiende. ¿Por qué el afán de contarnos historias almibaradas y no lo que ocurre? Cuando un musulmán o miles hagan cosas dignas de encomio, que las harán, seguro, no me cabe duda, nos pasará como a Pedrito y el lobo (solitario o en manada). Será tarde. No nos las terminaremos de creer.

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