La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El virus de las contradicciones

Mientras aquí se nos dice que no hay razones para evitar las grandes concentraciones, ayer cerraba el Louvre

No pasa nada gravemente alarmante. Sí pasa algo gravemente alarmante. Solo hay 75 contagiados en España. Según una encuesta "la sociedad española vive muy pendiente del virus" y lo hace "sin alarma" pese a que a la vez afirma que el 44,7% de los encuestados dice estar muy preocupado. En esto del coronavirus oímos a diario afirmar una cosa y su opuesta. Al contrario de lo que se hace en Francia aquí no se ven motivos para suspender las grandes concentraciones. Pero el 37% de los españoles las evita. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias dice que España se mantiene en el nivel uno -"de contención"- de los tres posibles al no darse casos de "transmisión comunitaria descontrolada" ni "entradas masivas de casos importados que pudieran implicar una transmisión amplia"; y aclara que solo si "hay transmisión comunitaria que afecte a grupos grandes y quizás menos controlados, tendríamos que optar por medidas de distanciamiento social básicas, como reducir las aglomeraciones de personas". ¿Sería este el caso de los contagios de Torrejón de Ardoz que tanto preocupa a los expertos y a las autoridades que "buscan a 287 pasajeros de un vuelo en el que viajó la mujer en estado crítico", en referencia a la mujer residente en Torrejón que enfermó dos días después de llegar a Ecuador?

En cuanto a las repercusiones económicas leo en un medio que "los analistas auguran un impacto limitado en la economía mundial" pero en otro que la crisis costará a España 2.400 millones y en otro más que la falta de suministros obligará al cierre de fábricas en dos o tres semanas. Mientras tanto se cancelan una tras otra -desde el Mobile Word Congress de Barcelona al Salón del Automóvil de Ginebra- grandes citas internacionales. Ayer al mediodía el Louvre no había abierto aún sus puertas en una decisión caótica para miles de turistas por no informar si la apertura se retrasaba o se suspendía.

Todo sumado la sensación es que las autoridades van a ciegas y toman las medidas que razonablemente pueden tomar a la espera de que la propagación del virus, el número de infectados y su evolución vayan marcando el paso. El toro se sabe por dónde embiste pero a este bicho nunca lo ha toreado nadie. Por eso cada país está actuando a su manera. Baste comparar las medidas tan distintas e incluso opuestas tomadas por las vecinas Francia, Italia y España. Y esto genera incertidumbre y temor.

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