Obituario
El prospecto de su corazón
Club Dumas
CADA día cuesta más trabajo entender las innumerables razones que los partidos encuentran para justificar que alguien les vote o no. Sin ir más lejos, hay algunos que llegan a creer que debe retrasarse una obra, por muy trascendental que ésta sea, porque piensan que si se le provocan molestias a los ciudadanos dejan de votarle. Otros son capaces de paralizar una administración autonómica para no parecer que apoyan a una u otra candidatura, al menos hasta las municipales.
Las ideas van haciéndose más peregrinas, y recientemente nos encontramos con un nuevo mantra de que las siglas de los partidos actualmente no ayudan. Para evitarlo se empieza escondiendo dichas siglas en el lugar más recóndito de la publicidad, se continúa resaltando el nombre del candidato por encima de cualquier otra cosa y se termina impidiendo la intervención de todo responsable que venga del más allá de nuestra tribu. Pero en esa deriva curiosamente nadie propone el establecimiento de listas abiertas, lo cual resolvería muchos de nuestros actuales problemas, porque en el fondo se quiere llegar al electorado poniendo una cara por delante y colocando una miríada de desconocidos por detrás.
En el origen de todos estos razonamientos nace un profundo temor al futuro cercano y una gran desconfianza en lo que los ciudadanos puedan dictaminar. Sin embargo esa es la democracia, bendita democracia, que permite que nadie permanezca indefinidamente al frente, ya sea por la gracia de Dios o por mandamiento del aparato. Y en esta democracia de la que nos hemos dotado, los partidos son esenciales para que cualquier persona pueda representarnos y no deben ser a la vez escaparate y clausura para grupos de iniciados en el arte de la inquina permanente.
Sorprende por ello las enormes e irreconciliables diferencias que hoy tiene la política a la hora de buscar puntos de encuentro aunque, como diría Nicolás Maquiavelo, no puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad. En un pasado reciente los grandes partidos protagonizaron infinidad de fusiones y transformaciones que les hizo crecer y ser alternativas de gobierno, mas hoy hasta los más pequeños recelan de posibles uniones. Y los ciudadanos los observamos con cierta perplejidad, como hiciera Charles Darwin en su Origen de las Especies, viendo como unos nacen fuertes y sanos mientras otros llegan al ocaso por su inadaptación a los tiempos.
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