Punto de vista

José Ramón del Río

jdel35@hotmail.com

La vuelta al colegio

Parece temerario que por cuestiones políticas se opte por condenar a nuestros hijos y nietos a una mala formación

Ojalá hubiera sido cierto lo que el presidente Sanchez dijo el 5 de julio p.p.: que habíamos superado el virus, porque, según las estadísticas, España sigue en fase ascendente de extensión de contagios, y no doy ningún número porque, desgraciadamente, quizás mañana hayan subido. España ha estado inactiva y cuando algunas actividades se han reanudado parece obligado poner en marcha las escuelas, porque nuestros hijos y nietos no pueden sufrir un castigo en su formación de, al menos un año sin recibirla, que se traducirá en algunos años más. Se trata, por tanto, de abrir las escuelas y aquí radica el problema, porque está demostrada la rapidez y facilidad de los contagios del Covid-19. El dilema es duro para el que tiene que tomar decisiones y caben muchas posturas: desde la extrema de no abrir los centros (que existe y que simboliza su postura colgando una mochila escolar abandonada) hasta la de abrir todas, bajo la condición de que la vuelta al cole sea segura, como se exige a sí misma la Junta de Andalucía. Ya el Gobierno de Pedro Sanchez, que asumió todas las competencias en la primera fase de la pandemia y que ejerció él mismo, el ministro Villa y el Dr. Simón, han delegado en las CCAA todas las cuestiones relativas a la seguridad para que en los colegios esté todo preparado para el inicio del curso.

Para evitar contagios hay una norma incuestionable: la separación de los alumnos de unos con otros. La enseñanza on line sería la adecuada. Cada uno en su casa con el ordenador, que, aunque sean muchos los que lo tienen, dice Europa que España no está preparada para esta enseñanza y además no hace falta ser psicólogo infantil para rechazar un sistema de enseñanza que se basa exclusivamente en la ausencia de contacto entre los niños. Luego se propone una mezcla de asistencia presencial unos día y otros enseñanza on line, más profesores, reducción de asistentes, tomas de temperatura, etc. Aún así ya ha tenido que cerrarse una escuela infantil en Sevilla y 3 aulas en Madrid, sólo al empezar.

Flampa-Gades propone dejar vacías las aulas en Andalucía y Confedampa que hasta que los expertos garanticen razonablemente la presencia, no se asista a las escuelas. Está en juego la formación de nuestros hijos y nietos y parece temerario que por cuestiones políticas se opte por condenarlos a una mala formación.

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